Llegaron a ejecutar, no llegaron a aprehender. La manera como exhibieron al ejecutado, es la misma manera en la que exhibían a los que mataban, dejándolos colgados de los árboles, en la época de la Revolución. Ahora los embadurnan de billetes”, dijo ayer el obispo de Saltillo, Raúl Vera. Otra frase que no tiene sobrante: “La famosa ‘guerra contra el narcotráfico’ […] ahora se está convirtiendo en ejecuciones extrajudiciales. Porque lo que vimos en el caso del señor [Arturo] Beltrán Leyva, fue lo que hicieron: una ejecución. Es peligrosísimo. Es exponer a esta sociedad a la ley el monte. No hay derecho. No hay derecho que esto venga del Estado mexicano. No hay ningún derecho de que esto esté ocurriendo. Es irresponsable la manera como están llevando las cosas. Es irresponsable, ineficiente e inmoral”. La posición de este influyente religioso es una visión crítica sobre la guerra contra el narcotráfico, que claramente dista mucho de otras, como la del cardenal Norberto Rivera Carrera. Para Vera, el Ejército debe salir de las calles; él, que habita en el norte del país, cree que la estrategia del gobierno federal, basada en las armas, ha fracasado. Para Rivera Carrera no: “Para mí es claro que el Ejército por el momento debe permanecer. No tenemos otra fuerza semejante para contener esta violencia organizada”, dijo apenas hace unos días.
Un día negro para los derechos humanos en México. Esther Chávez Cano, una constante luchadora a favor de las mujeres y en contra de los feminicidios en Ciudad Juárez, murió ayer. Fue una larga lucha contra una enfermedad difícil. Vale recordar cuando la premio Nacional de Derechos Humanos 2008 le dijo a Felipe Calderón: “Fenómenos de brutalidad extrema definen la vida cotidiana de mi ciudad, y si bien no son privativos de dicha frontera, sí se presentan ahí con particular crudeza y, pareciera, sin esperanza de erradicarse. El alto número de violaciones lacerantes a los derechos humanos y de asesinatos sin fin en esa geografía ponen de manifiesto que no se trata de casos aislados. Lejos de ello, la dimensión escandalosa de semejante violencia exhibe con impudicia que se trata de problemas más complejos y profundos: una auténtica crisis moral que vulnera los valores esenciales que en principio nos hacen humanos. La procuración de justicia, con las necesarias investigaciones ministeriales y el castigo por dichos crímenes, jamás estaría en condiciones de resolver su origen, que son la desigualdad social, la marginación económica, la exclusión educativa, la inexistencia de una cultura de la igualdad”. Descanse en paz, señora valiente.
Apunte final: Por un lado, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos alerta que en México el crimen organizado amenaza cada día más a los defensores de las garantías individuales, mientras las autoridades locales ni siquiera les hacen caso. Por el otro, la CNDH dice que con el homicidio de Alberto Velázquez, reportero del periódico Expresiones de Tulum, ya es 12 el número de periodistas asesinados en 2009. Ante esto, vale preguntarse: ¿Pues qué país estamos construyendo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario