domingo, 20 de diciembre de 2009

Nomás falta que Calderón se quiera reelegir Ojo por ojo


Álvaro Cueva
A mí nadie me quita de la cabeza que todo lo que usted y yo hemos visto en los últimos días ha sido como un ensayo de lo que nos espera para las campañas electorales de 2012.

Qué casualidad que Andrés Manuel López Obrador se destapa como el poder detrás de Marcelo Ebrard y, a los pocos días, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón reaccionan.

Don Enrique aprovechó un envío de regalos al Vaticano para llevar a Angélica Rivera y anunciar que se va a casar con ella con todas las de la Iglesia.

Y Felipe Calderón, por su parte, sacó su famoso decálogo y nos sorprendió con la muerte de El jefe de jefes. ¿Así o más obvio?

No tiene nada de malo que Enrique Peña Nieto quiera rehacer su vida al lado de quien quiera. Lo que sí está mal es la manera como lo está manejando.

Aunque él, de su dinero, haya pagado la estancia de doña Angélica en Europa, el objetivo de ese viaje era entregarle unas artesanías de Metepec, Estado de México, a Benedicto XVI, no anunciar su boda.

Es más, ni siquiera era necesario que hubiera ido. Con mandar las artesanías por paquetería hubiera sido suficiente. ¿Por qué lo hizo así?

Supongo que hasta para el mismo Benedicto XVI fue una sorpresa que don Enrique hubiera aprovechado una cosa para hacer otra y, lo peor de todo, para darle la nota a los medios como si se tratara de un espectáculo.

Por si esto fuera poco, Enrique Peña Nieto es priista, y si algo ha caracterizado a los priistas desde siempre, ha sido una postura tan laica que hasta Juan Pablo II se quedaba con la boca abierta durante sus visitas a México.

¿Será que Peña Nieto se está volviendo como Vicente Fox? ¿Será que La Gaviota tiene más de Martha Sahagún de lo que pensábamos? ¿Será que ambos quisieron dar un golpe mediático? Será lo que sea pero suena a campaña.

¿Y qué me dice de lo de Felipe Calderón? Sí está de pensarse lo que pasó con su decálogo porque no se necesita ser muy astuto para concluir que fue un cañonazo publicitario pos-Juanito.

¿Qué caso tenía sacar semejante propuesta a unos cuantos días de que los encargados de revisarla salieran de vacaciones?

¿A usted no se le hace sospechoso que don Felipe lo haya hecho justo antes de acabar con uno de los narcotraficantes más buscados de Norteamérica?

Las únicas razones por las que un presidente pudiera hacer algo así son:

Para volver a dictar la agenda de los medios después de haberla perdido, para preparar un trancazo como el de Arturo Beltrán Leyva o para impedir una “catástrofe” en la próxima sucesión presidencial.

Si Felipe Calderón realmente tuviera la intención de reformar el sistema político de nuestra nación, lo hubiera propuesto desde que llegó a Los Pinos, no después de comprobar que López Obrador va a contraatacar en 2012.

Es como decir: “No le voy a soltar el poder a alguien que yo no quiera”.

Porque su decálogo va, de un negociable ping pong presidencial entre el PAN y el PRI para los próximos años, a la desaparición de los partidos que más lata le han dado como el PT.

Es una jugarreta política tremenda cuyo punto más alto llegó con la muerte de Beltrán Leyva.

El mensaje es: “Ya ven, yo sí puedo, lo estoy haciendo bien. ¿Quién más puede presumir de haber hecho algo como esto? ¡Quién!

Háganle caso a mis propuestas y aunque yo no lo haya sugerido tan abiertamente en mi nuevo decálogo, a falta de figuras fuertes en el PAN, fíjense en mí para el futuro. La reelección no es tan mala como parece”.

A ver, vamos a hacer este ejercicio:

Si hoy le pusieran enfrente a un personaje que manipula a terceros como López Obrador, a uno que hace show en el Vaticano como Peña Nieto y a uno capaz de acabar con El jefe de jefes como candidato a la Presidencia, ¿usted a quién elegiría?

¡Ah, qué listos nos salieron Peña Nieto y Calderón! Con razón al primero se le echaron encima por lo de los gastos del erario y al segundo, por darle prioridad a temas como “la segunda ronda” frente a la crisis económica de nuestro país.

El detalles es que podemos estar de acuerdo o no con lo que hizo don Enrique, o que podemos atacar o defender la reforma política propuesta por el Presidente, pero nadie, ni siquiera El Peje, puede estar contra lo de Beltrán Leyva.

Es como si ya estuviéramos en campañas electorales y nadie nos lo hubiera dicho. ¿A poco no?

¡Atrévase a opinar

No hay comentarios: