lunes, 25 de enero de 2010

¿Por qué tan enojados?

Cuando el camino de regreso a Los Pinos parecía despejado, sin mayores obstáculos, ancho, soleado y triunfal; cuando todo parecía regresar al orden natural de las cosas, el PAN y el PRD después de 10 años de reinado irresponsable salen con la antinatural y perversa idea de unir fuerzas en ciertos estados para quitarle al PRI fuerza, recursos y poder

Cuando el camino de regreso a Los Pinos parecía despejado, sin mayores obstáculos, ancho, soleado y triunfal; cuando todo parecía regresar al orden natural de las cosas, el PAN y el PRD después de 10 años de reinado irresponsable salen con la antinatural y perversa idea de unir fuerzas en ciertos estados para quitarle al PRI fuerza, recursos y poder.
¿De qué se trata? —gritó el viernes Beatriz Paredes en Veracruz frente a la plana mayor de su partido—. ¿Qué pretenden? —airada insistió—. Lo obvio, Beatriz, ganarles, debilitarlos para no dejarles libre el camino de regreso a la Presidencia.

Pero más allá del evidente enojo de los priístas la pregunta es si una alianza así es legítima. Está claro que en una democracia consolidada la alianza entre dos partidos ideológicamente en las antípodas resultaría improbable e improductiva. ¿Qué agenda lo justificaría? ¿Por qué no mejor aliarse con fuerzas políticas cercanas? Pero nosotros no estamos ahí. En una democracia incipiente como la nuestra, peor aún en estados como Hidalgo y Oaxaca, el eje en torno al cual se acomodan las fuerzas es el de autoritarismo versus democracia. Y entonces la alianza entre contrarios no sólo se explica sino que resulta vital y necesario para el avance democrático.

Y si quedaban dudas de la legitimidad de estas alianzas, el discurso de Beatriz del viernes nos recordó que los priístas no han todavía aprendido a ser un partido más dentro del sistema de partidos e insisten en presentarse como los únicos representantes verdaderos del conjunto de la patria. Los priístas confunden pluralidad con polarización y rompimiento. Y se imaginan como el antídoto al inevitable resquebrajamiento que trae aparejada la libre discusión de las diferencias. Manlio, Beatriz y Enrique acusan al PRD y al PAN de carecer de ideología, ¿y la de ellos? A juzgar por la definición que dio Beatriz el viernes en Veracruz, son la encarnación de la historia toda: “tienen estirpe independentista, raigambre revolucionaria, son garantes de la armonía, el diálogo y de la construcción progresista de la estabilidad del país, liberales y de izquierda dentro de la Constitución mexicana”. ¡Increíble que con toda esa genealogía detrás sean incapaces de pronunciarse sobre temas concretos y actuales!

Es cierto que PAN y PRD en estos inicios democráticos han polarizado y confrontado innecesariamente al país, el costo lo hemos pagado todos y ha sido alto, pero la solución que plantea el PRI es el regreso a un México donde las diferencias se matizan y diluyen, donde se rehúye el conflicto, donde reina el pragmatismo y se ocultan los intereses divergentes.

La democracia mexicana está en juego y los desilusionados son legión.

Por sus errores y excesos panistas y perredistas están a punto de garantizar la restauración del viejo régimen. Por eso, y porque el PRI no ha cambiado, es que esas alianzas tienen sentido.

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