jueves, 11 de febrero de 2010

Manuel Bartlett Díaz--A la deriva


México va a la deriva, ha perdido el rumbo, sin propósito fijo, a merced de las circunstancias. El timón, o sea el gobierno, errático. No hay dirección, aunque exista la obligada ruta de la Constitución que fija principios y objetivos, que no se cumple, se suplanta con una ideología que la contradice y que prescribe subordinarse al “mercado” que son los intereses dominantes, someterse a tratados que las contrapartes violan. Sin embargo, se conmemoró la Constitución, a la americana, fuera de su fecha histórica, para no entorpecer los puentes. Calderón en el Teatro de la República ofició de mala gana en un lugar que aborrece, hubiera preferido el “Cubilete”.

El gobierno flota, sin más propósito que mantenerse en el poder. Su programa inicial abandonado, aunque lo repita ocasionalmente como novedad, como en su último informe de “relanzamiento”. Las circunstancias determinan “prioridades” rápidamente sustituidas por otras en el torbellino que nos arrastra, salvo su empecinada lucha contra el narcotráfico, ampliamente considerada infructuosa, limitada a la violencia, omisa en el control del lavado de dinero, si no, lo más grave, sesgada según la influyente revista The Economist.

Preside sobre el irrefrenable empobrecimiento de la población y el enriquecimiento concentrado, por valores trastocados y la corrupción generalizada. Contempla impávido la descomposición social, política, moral que amaga al país, propicia el crimen, el desgobierno que se proyecta multiplicado por su ubicación fronteriza a Ciudad Juárez, que reclama soluciones que no llegan. Para colmo ante el drama conmovedor de adolescentes masacrados, Juárez escucha indignada a Calderón, eludir la responsabilidad: fue sólo pleito de pandillas. Acorralado manda al Secretario de Gobernación, no se disculpa, regaña, resultando regañado por una trabajadora social, Perla de la Rosa, quien le espetó las omisiones del Ejecutivo. Más traspiés.

La política exterior también ha perdido el rumbo, dócilmente alineada nos hace irrelevantes. Calderón condenó indignado el golpe militar en Honduras, pero después de Obama, para, después de la burla que sostuvo al gorilato, guardar silencio, siguiendo al Departamento de Estado. Obama en mensaje a su Congreso, anunció endurecimiento migratorio que afecta a nuestros connacionales y medidas que nos relegan. Ningún comentario, no hay más rumbo que el que nos señalen.

En política interior las iniciativas de Calderón y de Beltrones de reforma del Estado, abren un debate interesante si resultan reales y no maniobras, de Calderón para proponer algo en situación desesperada y el interés del otro, igualmente personalista.

Y así, entramos al año electoral. El PAN y la izquierda se proponen alianzas contra el PRI, la cúpula de éste, que ha cogobernado aliada al PAN, descalifica las alianzas: son contra natura. La izquierda “concertadora” acepta aliarse al PAN para detener al PRI, con candidatos del PRI, habiéndose ya aliado al PAN en decisiones importantes. Nava, líder panista, explica: preservaremos nuestros principios aliados a la izquierda, hay un “núcleo ético” superior a los principios partidistas: sacar al PRI, porque “compartimos indignación ante la pobreza”, dice el PAN empobrecedor; finalmente pontifica, ante la posibilidad de perder, vale más el “principio” de ganar, como sea.

Las alianzas se dan en el mundo entre fuerzas definidas ideológicamente para objetivos explícitos y convenios electorales auténticos, como sacar a la ultraderecha del poder en Chile, que ya regresó. En el México de la involución se dan entre “élites” afines, en la partidocracia antidemocrática. Da lo mismo la asociación de fuerzas indistinguibles, el origen del candidato, importan los “despojos”. Son ejemplos los gobernadores aliancistas, al final aliados al poder. Vamos a la deriva.

Ex secretario de Estado

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