martes, 2 de febrero de 2010

¿Petición inútil?--Polimnia Romana

Pedir, exigir, clamar justicia al “gobierno” por la muerte de niños y jóvenes en este país, ¿es una petición inútil? Sabemos que la cárcel está reservada para aquellos que no cuentan con el dinero y las influencias necesarias para ser liberados, también para los pobres que roban para comer o que en su desesperación e impotencia se suman a cualquier actividad ilícita que les permita sobrevivir, o bien para los luchadores sociales que purgan sentencias como si se tratara de masacradores de niños y jóvenes.


Aunque los responsables fueran capturados, los padres y las madres que han perdido a sus hijos no los volverán a abrazar jamás.

Ahí están los nombres y apellidos de los involucrados en el asesinato de 49 niños en la guardería de Hermosillo. ¿Quién los va a hacer pagar por su negligencia? Nadie. Son hombres y mujeres allegados a la familia política de Calderón y parientes del ex gobernador Bours. Están a salvo de la cárcel.


Apostar al olvido es la manera en la que los gobiernos prianistas se han mantenido en el poder. Olvidar ha sido el grave error del pueblo, que sigue sometido ante la impotencia.


Muchos han hablado de un estallido social. ¿Acaso las miles de muertes inocentes en los últimos 3 años no constituyen un estallido?


México explotó. Ciudad Juárez es la muestra evidente de que el gobierno usurpador falló en su simulación de atacar a los intocables narcos, porque los grandes intereses económicos no permiten la disolución de una empresa totalmente organizada y responsable de la distribución de estupefacientes que Estados Unidos requiere con carácter de urgente.


Acribillar al Jefe de Jefes, Arturo Beltrán Leyva, no fue una acción inteligente. Calderón la usa para decir que su guerra tiene frutos pero lo cierto es que lo único que logró fue ejemplificar el uso excesivo de la fuerza bruta.


Las masacres ocurridas en Ciudad Juárez y Torreón tienen el mismo tinte.


No hay justificación para semejantes actos.

Las muertes de inocentes provocadas por militares, lo mismo que las ocasionadas por la lucha intestina entre cárteles tienen los mismos resultados: familias en duelo permanente y una sociedad en descomposición.


Estamos obligados a participar en el cambio que permita salvar al pueblo de la desesperanza. Sí es posible recomponer el escenario político, económico y social. El primer paso es no olvidar a nuestros niños y jóvenes muertos y, el segundo, no permitir la continuidad de los gobiernos prianistas y chuhoperredistas.

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