lunes, 5 de abril de 2010

Cárceles y mano dura no son la solución --Polimnia Romana

Por favor, no vayan a pensar que pido la pena de muerte para criminales y secuestradores. Lo que quiero reafirmar es lo que ha propuesto Andrés Manuel López Obrador desde antes que iniciara Calderón una guerra que los mexicanos no pedimos ni apoyamos.


La violencia sólo genera violencia, yo agregaría que la violencia es el camino perfecto para la destrucción de un país, como lo estamos viendo.


Hace una semana se fugaron de un penal de Tamaulipas 40 reos sin que nada sucediera, ni una bala cruzó el horizonte. El viernes pasado, en otro ejercicio de recuperación, un comando armado sacó a 13 reos pero ahora sí hubo muertos, 3 internos que se atravesaron en un supuesto fuego cruzado para evitar la fuga. LO DICHO, LA CÁRCEL NO SIRVIÓ DE NADA.


Sólo garantizando el bienestar de la gente, brindando estudio a los jóvenes y empleo a los hombres y a las mujeres del campo y de las ciudades se puede neutralizar la proliferación de la delincuencia y la deshumanización a la que nos han orillado los gobiernos de derecha.


Mientras el norte del país se desangra, miles de mexicanos del centro y del sur, donde los militares no han invadido calles y caminos, disfrutaron unos días de descanso. No me refiero a los ocupantes de las zonas hoteleras sino a la gente del pueblo, los que se zambullen en los ríos y corren por los parques nacionales donde improvisan campamentos o los que abarrotan las playas artificiales de la ciudad de la esperanza. Esa gente que también merece esparcimiento y diversión pudo tenerlos porque a sus lugares de origen no han llegado aún el crimen organizado y el crimen desorganizado, el de cuello blanco, ese que maquila desde el poder el desmantelamiento del país a costa de la pobreza del pueblo.


Suponiendo que la guerra contra el narco tuviera éxito y se lograra detener el derramamiento de sangre y la captura de los grandes capos, ¿quién va a garantizar que permanezcan en prisión? Nadie, absolutamente nadie.

Y si así fuera, como dijo el Mayo Zambada a Julio Scherer García en una entrevista reciente, en unas cuantas semanas o días ya tendrían quien los sustituyera. La cosa no va por ahí y lo saben los que alientan la guerra.


La salida del Chapo Guzmán días después de que llegara al poder Vicente Fox muestra claramente que no es posible encarcelar a los peces gordos porque hay arreglo entre ellos y los funcionarios corruptos.
Seguirán libres e impunes, el Chapo y Fox, mientras nuestros jóvenes están siendo asesinados por el fuego cruzado que más bien parece dirigido, precisamente, para devastar el norte del país y poner en bandeja de plata la intervención norteamericana.

Si los vecinos del norte realmente quieren combatir la inseguridad y la violencia, que atiendan las demandas del pueblo: justicia, educación, empleo, bienestar, libertad y soberanía.

¿Verdad que no les conviene?

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