martes, 6 de abril de 2010

Serpientes y Escaleras



El mensajero, el mensaje y la encuerada

De la entrevista de Julio Scherer a Ismael El Mayo Zambada, importan dos cosas: el mensaje de fondo que encierra y lo que debió contar off the record el peligroso capo al periodista. El mensaje es claro y contundente y se aprecia no sólo en el hecho sino en la foto de portada que acompañó a la entrevista: la guerra contra el narco está perdida y la “inteligencia” federal queda exhibida y ridiculizada cuando uno de los narcos supuestamente “más buscados” puede utilizar publirrelacionistas para contactar, trasladar y conceder una entrevista a un periodista sin que ninguna de las “áreas de inteligencia” oficial se enteren.
De lo que escuchó fuera de grabación sólo Scherer sabe, pero es obvio que un acto de provocación y desafío, que puede ser tan costoso para El Mayo Zambada, no era sólo para soltar algunas respuestas escuetas y monosilábicas y algunos elogios al periodista como los que el entrevistador refiere.

Ayer las críticas y comentarios sobre el innegable golpe periodístico se centraron en el mensajero y no en el mensaje. Más allá del falso debate de si el periodista debió o no hacer la entrevista o del estilo en el que la hizo, lo que realmente es motivo de análisis es el hecho, el desafío abierto de El Mayo y de la organización que representa al Presidente y a la profundidad y seriedad de su guerra.

Porque al conceder esa entrevista y darse el lujo de aparecer en la foto de una revista como Proceso —que ha sido crítica y “castigada” por el gobierno calderonista—, el capo no sólo cuestiona la efectividad de la guerra contra el narco, sino que parece evidenciar también que al Presidente lo engañan o no le informan con total veracidad de cómo los aparatos de seguridad buscan a los “capos más buscados” del narcotráfico.

Es seguro que la entrevista tendrá sus consecuencias y que el capo lo sabe y es previsible que, ahora sí, se desate una cacería en su contra y casi puede afirmarse que la única que puede atraparlo o —como hicieron con Arturo Beltrán— aniquilarlo, es la Marina, la única institución de seguridad que hasta ahora no ha sido tocada por los tentáculos financieros del narcotráfico en México.

NOTAS INDISCRETAS… Enrique Peña Nieto compró ayer boleto para el descrédito y el desgaste político al avalar públicamente la errática y confusa investigación de su procurador Alberto Bazbaz. Cuando ni el propio procurador se compromete y apela a la “ciencia” como la esclarecedora de este caso —como si la procuración de justicia fuera sólo cuestión de ciencia y no tuviera también un componente social y de sensibilidad—, el gobernador se embarcó en defender una investigación inconclusa y a todas luces enredada. La enorme difusión de este caso a través de los medios y de las redes sociales, lo vuelve un paradigma para la cada vez más inexistente justicia en México pero también para el aspirante presidencial mejor posicionado. Si como todo apunta su procurador da palos de ciego o peor aún, protege intereses y familias pudientes, Peña será quien pague ese costo; no en balde a la Procuraduría mexiquense se le conoce como la “procuraduría de la impunidad” por los muchos casos sin resolver o resueltos políticamente como el de Arturo Montiel Rojas. En casi dos semanas su procurador creó un engendro de investigación que lejos de avanzar ahora retrocede a la teoría del accidente que ellos desecharon; Bazbaz le generó así un enorme costo al gobernador y éste ayer se lo comió enterito. ¿Y con ese equipo y esa ineptitud aspira a gobernar al país?

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