viernes, 18 de junio de 2010

Discursos divinos ...La injerencia presidencial ...La selección nacional y su brisa fresca…



Original cierre de semana que nos regala la descomunal ola de violencia, la inédita cascada de impunidad desde la SCJN, la simpática balconeada azul al establo jarocho tricolor y las palabras atinadas, mesuradas e insignes de Fernando Gómez Mont, quien en el marco de la conmemoración del Día Internacional del Refugiado afirmó que el futuro de México en el mundo es ser socio en la prosperidad (o sea, le cuelga) con una apertura que enriquece y fortalece, en un proceso dramático, pero al fin y cabo siempre virtual y siempre con la ayuda de Dios, siempre posible.

Ya encarrerado, Fernando, con el discurso divino, señaló que hoy vivimos la reconstrucción de la paz (que nosotros mismos desmadramos) de la manera mas dolorosa (habrá que preguntarle a las familias de Juárez), vivimos nuestras propias heridas (¿kimosabi?) y asumimos la lucha por reconquistar nuestros derechos cuando son amenazados por la violencia, la indiferencia de una delincuencia que no conoce de amor (¿?) de solidaridad o de respeto por el otro...

¡¡¡Mmmta!!! No ponga esa cara y siga leyendo (it’s friday).

La reconciliación siempre es posible, el amor y la solidaridad son mas grandes que cualquier muerte (¡!) y que cualquier tragedia… y agrego que en México hay una lucha frente a los anhelos exclusivos de rapiña (¿empresarial, política o partidista?) por ganas de enriquecimiento de unos cuantos frente a muchos, hoy transitamos con ese dolor y la convicción de que podremos reconstruir nuestra propia paz (si por ejemplo dejamos atrás terquedades y egos).

Como se dará cuenta, my friend, la palabrería del titular de Bucareli barnizada de perdón, recogimiento, bondad, tolerancia y reconciliación… se derrumba estrepitosamente frente a lo que se ha emprendido desde Gobernación con, por ejemplo, los sindicatos… sin hablar de la criminalización de los movimientos sociales y de la bola de pandilleros confundidos por sicarios.

Pero afortunadamente, mi estimado, ayer todo se perdió ante una bocanada de oxígeno. Bocanada de aire fresco. De expectativa. De fiesta para olvidar, por unos momentos, el incierto panorama de la tragedia nacional.

La selección mexicana dio un extraordinario partido frente a una Francia desmejorada, descoordinada y a ratos, apagada. La ciudad y quizá algunos territorios del país se paralizaron cuando el gran Chicharito nos devolvió la sonrisa, la risa y esa sed de demostrar que, diría el clásico, sí se pudo. Ya la entrada de Cuauhtémoc Blanco a tirar ese penal volvió locos a los que frente a las pantallas alucinaban incrédulos: ¡México vencía al campeón del Mundo, chingao!

Atrás quedaron las divertidas grabaciones jarochas, las demandas por calumnias, el escándalo de la escucha ilegal, la impunidad esgrimida por los ministros de la corte (con minúsculas), promesas de resultados contra la “ridícula minoría”, el enrarecimiento del proceso electoral, la ola de sangre y el miedo que recorre ese Vive México.

Hoy que cierra la semana, donde sin duda todavía habrá supresas, los mexicanos celebraron hasta tarde el histórico triunfo tricolor. La columna del Ángel de la Independencia registró hasta 35 mil aficionados que vitorearon porras, que cantaron y crearon atractivas consignas.

Chingón.

Una pequeña bocanada de aire que termina pronto y se vuelve ilusión ante el próximo encuentro. Una brisita, my friend, que en algo ayudó al vapuleado ánimo nacional…

Por la mirilla

El pasado lunes se tomó el acuerdo que un anuncio que violaba los protocolos acordados para las campañas políticas en Veracruz fuera sacado del aire. El pautado de esa espotiza esta en manos del ife (of course, con minúsculas), que ahora es cuestionado por la PANdilla de estar atentando contra ellos, curiosamente en los estados que están en riesgo de ser perdidos. Tan sólo con ver la pauta, mi estimado, acompañada de la difusión de grabaciones ilegales y la abierta amenaza a los chicuelos de Leonardo Valdés… presenta una estrategia obvia de influencia por parte de Los Pinos.

¡Adiós!

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