Leo, en una nota a "vieja" del Financial Times (es decir, de hace unos días) que Facebook ha lanzado un juego relacionado con el Mundial de Futbol. Seguramente los lectores, tanto los de izquierda como los de derecha, de SDPNoticias.com ya lo conocen (han demostrado de sobra, en todo este tiempo, estar al tanto de los avances tecnológicos).
Yo no sé de eso (ni siquiera participo en Facebook; el famoso Twitter me quita todo el tiempo), así que no voy a jugar al FIFA Superstars en la mencionada red social. Ignoro si tendrá tanto éxito como las granjas y las mafias que tanto gustan a los internautas. Pero el caso es que estará a disposición de las más de 200 millones de personas que, cada mes, juegan en Facebook cada mes.
Según el Financial Times, la empresa Zynga, desarrolladora de juegos para Facebook, genera unos 600 millones de dólares en ingresos anuales. Bastante, sin duda. Por eso, para entrar en tan importante mercado, la editora Electronic Arts (EA) adquirió por 300 millones de dólares a Playfish, desarrolladora de juegos para las redes sociales, que ya ha dado forma a FIFA Superstars. Esto, para sus promotores, "marca un punto de inflexión en la industria de juegos sociales. Estamos conectando las pasiones de la vida real con la actividad en la red", por citar las palabras Sebastien de Halleux, cofundador de Playfish. Y dijo más: "Cerca de 750 millones de personas vieron el último Mundial de Fútbol, y Facebook tiene unos 450 millones de usuarios... existe cierta coincidencia natural".
FIFA Superstars es un juego de estrategia, en el que sus participantes entrenan y dirigen equipos de fútbol y construyen estadios. Con autorización de la FIFA, los jugadores podrán "comprar" y "vender" futbolistas, de tal forma de participar en los grandes torneos internacionales de futbol.
Se ve interesante. Supongo que los desarrolladores de FIFA Superstars, para darle mayor realismo al asunto, después del pésimo arranque del Mundial de Sudáfrica (puros juegos aburridos) incluirán entre las variables la presencia de personæ non gratæ (¿se escribirá así?) como Felipe Calderón, que con su sola presencia entre los invitados especiales son capaces de arruinarlo todo.
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