lunes, 21 de junio de 2010

Saramago Zapatista....Polimnia Romana

.Cuando José Saramago recibió el Premio Nobel de Literatura (1998), leyó un discurso en el que explicó el origen de los personajes a los que dio vida en sus obras, todos provenientes de la sencillez de los hombres sabios y justos que alimentaron su espíritu.

Aquí un fragmento: "El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de nuestra aldea de Azinhaga, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a la cama. Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable. Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto añejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado. Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera".

No es casualidad que José Saramago haya sido un hombre comprometido con las causas justas y un crítico audaz de los poderosos del mundo, que usan perversamente la razón para humillar la vida e insultan la dignidad humana por afanes de lucro y supremacía. Un verdadero artista de la palabra que ubicó la causa de nuestros males en la pérdida del respeto a uno mismo y al semejante. Un hombre justo no podía menos que replantear en sus obras el origen de los actos perversos que destruyen al hombre. En su libro "Caín", así como en "El Evangelio según Jesucristo", hace reflexionar al lector sobre las contradicciones de una Iglesia tan cómplice como beneficiaria del poder del Estado y de los explotadores del pueblo, motivo por el cual fue tachado por el Vaticano de marxista y comunista.

Él mismo se definió como comunista libertario, y en México Zapatista. José Saramago, pienso yo, logró transitar de la sencillez a la gloria gracias al contacto que tuvo con seres que le ayudaron a adquirir la estatura humana, como su abuelo Jerónimo, criador de cerdos y hombre de respeto. Es una pena su pérdida y al mismo tiempo un motivo de esperanza y alegría el gran legado que deja a la humanidad. Descanse en paz

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