Hace poco más de diez días, Vázquez Mota no volteaba a ver a AMLO. Vulgarmente, le hacía el "fuchi". No existía en su panorama, pues se pretendía puntera de las preferencias electorales de la sociedad. Decía, y dice a veces aún, estar a "menos de un dígito" de Peña. Y como éste, desplegaba una táctica de estrella política; distante luminaria de cabaret. Pero algo pasó que esta actitud de pronto cambió y Vázquez empezó a atacar al "mesías" (¡cuánto le debe el PAN y la "democracia sin adjetivos" de la política mexicana al mesías de sí mismo, Enrique Krauze!): "México no necesita de mesianismos revestidos de amor", o algo por el estilo.
Con todo y el empeño del diario Milenio por ayudarla (esfuerzo bien retribuido, es de presumirse), la señora Vázquez Mota no levanta. Traspiés tras error -de ella misma o de su equipo o de su cómplice Solá-, sumados al fardo de doce años de fracasos heredados del panismo, la confinan al tercer lugar de la elección 2012. Aun se dice que el verdadero candidato de Calderón es Peña.
Y fue así que Josefina tuvo que recurrir a dos estrategias para detener la debacle o al menos, en papel de títere del prianismo, tratar de mellar al candidato de la izquierda: 1. Invocar a los milagros. 2. Registrar finalmente que AMLO existe para atacarlo.
Pero, ¿cómo puede alguien tener el cinismo, la arrogancia o la ignorancia de arremeter con el argumento del mesianismo si lo primero que hace, además de anunciar "tiempos mejores", es refugiarse en algo tan mesiánico como la invocación a dios y los milagros, al milagrito de tomarse una inútil foto con Vicente Fox arrancándole unas palabras forzadas de apoyo? (No aprenden de la experiencia de Krauze, quien aunque formalmente procura ser un historiador objetivo, prácticamente todo el sustento de su argumentación pasa por el tamiz de la desprestigiada psicología freudiana y el esquema mental judeocristiano). Como diría un recordado profesor, esto es de risa loca.
Entre los mismos columnistas fue normal machacar una y otra vez que AMLO "no pintaba"; al grado de parecer consigna. Ahora no tienen otra alternativa que registrar el fracaso de la panista y aceptar el crecimiento de López Obrador, su posicionamiento en segundo lugar ya sea solo o en empate técnico con la señora candidata. Las prospectiva estadística así como la percepción social dicen lo que ya es un hecho: el cruce inverso entre Andrés Manuel y Josefina; él hacia arriba, ella hacia abajo.
Y no se trata de una batalla por el segundo lugar, como han querido ahora sugerir, sino por establecer "la madre de todas las batallas": El proyecto de "cambio verdadero" de López Obrador contra el representado por Peña Nieto, el proyecto de más de lo mismo, de 82 años de prianismo. Esto es lo que deberá quedar claro en la percepción social. Es aquí donde AMLO encontrará su mayor posibilidad frente al exageradamente cuidado candidato del PRI. Es decir, contra lo que dicen y desean los periodistas fatalistas o los mal intencionados, nada está definido. Peña Nieto podría perder. AMLO podría ganar. Esto que es un hecho, podría quedar definitivamente establecido en el próximo debate del 6 de mayo.
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