Cualquier esfuerzo y compromiso vale la pena cuando se trata de ayudar a la gente. Ayer durante el arranque de mi campaña volví a ver los rostros de las personas que amablemente me recibieron en su colonia o barrio para escuchar mis propuestas. De pronto tuve la sensación de que los conocía de años pero no, apenas dos o tres veces nos hemos visto y platicado sobre los problemas comunes y de la esperanza del anhelado cambio.
Me siento una ciudadana más entre ellos, y les agradezco la confianza de platicar conmigo de lo que les aqueja pero también que me hayan permitido confirmar que aún existen valores humanos y que, aunque la adversidad los golpea, siguen adelante, ayudándose unos a otros y amando su barrio y a su familia por la que luchan todos los días.
Cuánta razón tiene Andrés Manuel López Obrador al asegurar que el pueblo de México es noble y trabajador. Así es la gente de Álvaro Obregón, luchona y comprometida con el bien de los demás.
Nosotros no tenemos recursos para ofrecer regalos y ellos lo entienden muy bien. No están junto a mí por conveniencia. Han comprendido que lo importante es organizarnos, mantenernos unidos y trabajar en equipo. Todos los días aprendo algo de ellos.
La gente sencilla tiene una capacidad enorme para abrir su corazón. Qué triste que muchos gobernantes y funcionarios la decepcionen y le quieran ver la cara.
La gente sencilla también tiene una capacidad enorme para percibir cuando se le habla con la verdad, por eso Andrés Manuel no ha perdido el apoyo de la gente.
Tengo una gran responsabilidad en mis manos porque la gente confía en mí.
No les voy a fallar. Vamos a construir juntos todo lo que sea necesario para mejorar las condiciones de vida de nuestros niños y de nuestros jóvenes, de todas y cada una de las familias del Distrito XXV.
Vamos a contribuir con nuestro granito de arena para hacer más grande a esta Ciudad de México y más fuerte al país.
Viva la gente de Álvaro Obregón.
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