domingo, 21 de octubre de 2012


La impopular Elba Esther 

JANE DE LA SELVAsáb 20 de octubre de 2012
¿Cuántas veces se la habrán mentado a la “maistra”?
Mi amiga Magdalena es una gran vendedora de bienes raíces en la capital. En un mal día, se encontró con la “maistra” Elba Esther, que colocó Salinas al frente de los trabajadores de la educación donde inconcebiblemente sigue permaneciendo, en el elevador de un lujoso edificio de la colonia Polanco. Era dueña de uno de los departamentos y vivía en él.
Se saludaron cortésmente pues un colega que la enganchó para quedarse con aquel condominio se la presentó en una ocasión. Magdalena había ido a recibir el magnífico “pent-house” panorámico que recién le habían dado a vender en el mismo inmueble, y le dijo: --¿Cómo está usted señora Gordillo?— ¿Yo? muy bien, contestó. ¿Y a usted, qué la trae por aquí? Tenía entendido que ya se habían vendido todos los departamentos… –Así es—respondió Magda—ya se vendieron. Pero resulta que el pent-house lo acaban de poner en venta los dueños porque se van a vivir a Miami. ¿Ah sí? le respondió, con un súbito brillo en la mirada. A Magda se le prendió el foco y la abordó ahí mismo, aunque aún no había firmado con los propietarios el inmueble para sumarlo a su cartera de propiedades y le soltó a bocajarro la clásica: ¿No le interesaría a usted comprarlo, señora, ya lo conoce?—No—respondió la mujerzuela desfigurada por el botox. --Pues voy para arriba ahora a checarlo. Si tiene unos minutos, se lo enseño de una vez.  –Ándale pues, vamos a verlo, pero rapidito que tengo prisa—le dijo--… siempre había deseado ver la magnífica vista de la ciudad desde esas alturas.
Continuaron hacia arriba las dos mujeres y luego de una breve repasada al impresionante duplex de pasado el millón de dólares, le dice Magda,-- ¿qué le parece, cree que podría a usted interesarle? --Ay no m´hija, te lo agradezco, está hermoso, pero ahorita no puedo, ojalá encuentres pronto a quién vendérselo--.  
Magdalena le dio su tarjeta por si acaso cambiaba de opinión o por si sabía de alguien más que pudiera interesarle. Bajaron hasta el sótano juntas, se despidieron y cada quien para su coche.
Acto seguido, la arpía consiguió el teléfono del dueño, lo llamó, se arregló con él, y lo compró por fuera, para no pagar comisión a Magda. Ya se imaginarán el coraje que ésta hizo al enterarse de la jugarreta.
Pero ahí no acabó el asunto.
Al mes y medio más o menos fue de nuevo al edificio Magdalena a mostrar otro departamento en el quinto piso que había salido en reventa… y que se la vuelve a encontrar. No se aguantó cuando la arpía la saludó muy alegre y quitada de la pena y fue entonces que la vendedora la increpó. –Óigame, por cierto, qué bueno que la veo: es usted una hija de la…tiznada, no tiene usted vergüenza.
Mi amiga es brava y no tiene pelos en la lengua, así que de ladrona y falta de escrúpulos no la bajó. Le reclamó sin achicarse y la puso como chancla frente a otras personas que la acompañaban en aquel reducido espacio. Se tuvo que aguantar la alimaña hasta que el ascensor llegó al tope, es decir, hasta que se detuvo en su nueva morada, que recién iba a comenzar a remodelar.
La pregunta que México debe hacerse es ¿a costa de quién se ha enriquecido esta “sirvienta” del sistema podrido que nos gobierna? ¿Se le va a permitir que siga sirviéndose con la cuchara grande sin que se le detenga, manteniendo su adicción a los descarados e inmorales lujos que se da, ante la precaria condición y presión económica que padecen el resto del personal docente nacional?

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