domingo, 7 de octubre de 2012

Las justificaciones de la derecha- Arnaldo Córdova DESLINDE-- HDEZ


La derecha mexicana está exultante porque considera ya un hecho la aprobación definitiva de la reforma laboral de Calderón y Peña Nieto. Aprobada no sin incidentes en la Cámara de Diputados, ahora espera que se apruebe sin más en el Senado, donde el PRI goza de una mayoría aplastante y, junto con sus aliados, inclusive de una mayoría absoluta. Podría ser que no pasaran los enjuagues que se hicieron entre priístas y panistas en la Cámara baja en torno a la fiscalización de las finanzas de los sindicatos y a la adopción del voto secreto en las votaciones de las asambleas sindicales. Los panistas, en este punto, no son de fiar y pueden reproducir los mismos acuerdos vergonzantes de los que ahora se quejan y que antes hasta festinaron. Lo que más sorprende de la actitud de la derecha es su persistencia en justificar lo injustificable, vale decir, que la reforma buscó en todo momento someter a los trabajadores a la más abyecta explotación y a su división hasta hacer desaparecer sus derechos colectivos. En un desplegado que se publicó el 29 de septiembre en todos los periódicos, el gobierno panista se defiende de las acusaciones en el sentido de que la iniciativa de reforma afecta la estabilidad en el empleo, impide que los trabajadores generen antigüedad en el mismo, afecta el derecho de huelga, limita el pago de salarios caídos, legaliza la subcontratación y violenta la vida interna de los sindicatos. Su defensa se limita simplemente a negar que esas acusaciones sean ciertas, sin argumentar nada en contrario. La estabilidad en el empleo, dice el gobierno, no se toca si un empleado tiene trabajo: el asunto es en el nuevo régimen, con la terciarización (outsourcing), el pago por horas y otras minucias, queda claro que el trabajador jamás podrá sentirse seguro en su trabajo y menos si está sometido al régimen de capacitación. Se dice que es falso que el pago por horas vaya a significar el pago de 7 u 8 pesos por hora; la afirmación sólo se sostiene diciendo que se trata de una forma de pago que ya está prevista en la ley; y así por el estilo en los demás rubros. La huelga ni se toca, se dice en el desplegado de la Secretaría del Trabajo y, cuando se hace referencia a la disminución del pago de salarios caídos, se dice que se pagarán por doce meses, lo que según el gobierno no afecta el derecho de huelga; basta recordar que casi no hay conflicto de trabajo que dure menos de un año para darse cuenta de la falacia. En lo referente a la generación de antigüedad en el empleo, la pregunta es ¿cómo podrá hacerlo un trabajador que sólo trabaja por horas y que, además, está sometido a las nuevas reglas del outsourcing, vale decir, si es un trabajador que depende de otro patrón, y en el cual no tiene posibilidades de hacer antigüedad de ninguna manera? El grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados también se echó al ruedo con otro desplegado publicado el primero de octubre en el que intenta justificar su deleznable actuación en la aprobación de la reforma. En el encabezado se alcanza la puntada de afirmar que aprobó la reforma a la Ley Federal del Trabajo con el propósito de facilitar la creación de empleos con pleno respeto a los derechos de los trabajadores y para dotar de certeza jurídica a los inversionistas. Con la reforma, se dice en el desplegado, se buscó dar protección a los trabajadores, al garantizarles el trabajo digno con acceso a la seguridad social y a un salario remunerador y al prohibir cualquier forma de discriminación laboral. ¿En qué estarán pensando los priístas cuando hablan de trabajo digno? Seguramente, para ellos, es muy digno el trabajo por horas, a 7 u 8 pesos la unidad de tiempo. O tal vez, también, en eliminar la embarazosa intermediación sindical para entregar a los trabajadores a los terceristas que imponen una doble explotación del trabajo. En lo que no tienen vergüenza, realmente, es en la justificación, según ellos, de lo que llaman transparencia sindical y rendición de cuentas, tema en el que ellos impusieron a los panistas una renuncia indigna y humillante (muchos senadores panistas siguen aullando y clamando por una venganza que se ve muy difícil de llevar a cabo). Se dice en el desplegado de marras que la reforma garantiza el derecho de las minorías a la información sobre el manejo de recursos, establece periodos definidos para rendir cuentas a los agremiados y define responsabilidades por omisión o malos manejos del patrimonio sindical. Los priístas deben manejar algo así como un texto secreto, desconocido para todo el mundo, pues esas afirmaciones no constan en ningún párrafo del texto aprobado por la Cámara de Diputados. Para hacer tal vez más sangriento el escarnio, los diputados priístas agregan un párrafo en el cual proclaman como un logro de la reforma ni más ni menos que la democracia sindical y enumeran tres rubros en los cuales se habría plasmado: salvaguarda estatutariamente el libre ejercicio del voto (claro, bajo la férrea vigilancia de los caciques sindicales y de sus esbirros, pues el voto no es secreto, como querían los panistas), asegura la libertad de asociación de los trabajadores (por supuesto, dentro de los sindicatos charros o los sindicatos blancos de la patronal) y mantiene inalterable el derecho de huelga (desde luego, con salarios caídos de no más de un año, cuando los juicios laborales suelen durar hasta cinco o seis años). ¡Vaya con la democracia sindical priísta! Para culminar, el grupo parlamentario del tricolor nos tira al suelo de la risa cuando afirma que la reforma moderniza el sistema de impartición de justicia laboral, cuando en realidad deja sin tocar el sistema corporativista de las juntas de conciliación y arbitraje, en las que los representantes gubernamentales y patronales hacen de las suyas en perjuicio de los trabajadores. De verdad que es como para dudar de que priístas se hayan dado cuenta de lo que aprobaron o, tan chistosos y ocurrentes que son y como siempre acostumbran, quieren verle al resto de los mortales la cara de tontos. Los patronos deberían ser los más contentos con la reforma aprobada por la Cámara de Diputados, pero no es así. En un mensaje dado a conocer el primero de octubre, el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani, saluda la reforma como un indudable paso adelante, pero advierte que quedan temas importantes pendientes en materia laboral. En el escrito no queda claro de ninguna manera cuáles son esos temas, sólo se advierte al Senado que debe afinar la reforma, corregir inconsistencias y temas donde la redacción o algunas disposiciones pueden resultar contraproducentes o generar distorsiones o efectos colaterales negativos. Señala, eso sí, que el tema que les preocupa a los patrones es el de la terciarización, en la cual ven limitantes excesivas, sin decir cuáles son, tal vez esperando que los senadores las descubran por sí solos. Lo que a todos nos debe de quedar claro es que la derecha no tiene llenadera, como decía López Obrador, aunque en ello esté jugando peligrosamente con el futuro.

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