En 2006 la izquierda tuvo dos grandes quejas respecto a las elecciones presidenciales. UNO: los spots de guerra sucia contra AMLO. DOS: que el tribunal electoral del poder judicial de la federación no permitió el recuento de votos en casillas donde las sumas y las restas no cuadraban en las actas.
Por ese motivo la izquierda impulsó la reforma electoral de 2007, con la cual se buscó tapar esos dos huecos en la ley que le permitían a la derecha -especificamente al PAN- atacar a la izquierda y ganar a la mala. Con la aprobación de la reforma electoral se prohiibió comprar tiempo aire para spots y se ordenó el recuento de votos por ley bajo diversos escenarios.
Andrés Manuel López Obrador no estuvo de acuerdo con esa reforma porque la derecha le agregó algo que ponía a la izquierda en desventaja: recortó el tiempo de campaña para la presidencia.
El argumento de AMLO para oponerse a la reforma electoral fue que si se recortaban los tiempos de campaña, entonces ganaría el que gastara más dinero.
En parte fue el caso y en parte no. Fue el caso en el sentido de que, en efecto, el PRI tuvo que comprar voto a destajo para poder imponer a Peña Nieto.
Pero NO fue el caso en el sentido de que a partir de mayo de 2012, a poco más de un mes de empezada la campaña, Andrés Manuel empezó a subir rapidamente en las encuestas, rebasando por mucho a Josefina Vázquez Mota y, de acuerdo con sus propias encuestas, al propio Peña Nieto.
Lo cual quiere decir que con los nuevos tiempos de campaña sí era posible ganar una elección.
El problema es que aún quedaban huecos en la ley que le permitieron a Peña Nieto hacer fraude. Pero de eso hablaremos en la segunda parte de esta columna.
El caso es que el primero en respingar por la reforma electoral de 2007 fue el monero de la derecha, a quien al parecer no le gustó la idea de que la Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial ya no pudieran pagar por spots de guerra sucia contra AMLO.
Una vez aprobada la reforma electoral de 2007, un grupo de "intelectuales" (si es que así se les puede llamar) de derecha, incluyendo al monero de la derecha y a Enrique Krauze, firmaron un amparo para echar abajo a la reforma electoral. Que porque vulneraba el derecho a la libre expresión. No pudieron. La SCJN no les quiso dar la razón.
¿Y qué creen? Gracias a esa reforma electoral hubo recuentos en 2012 (aunque hechos con las patas, pero eso es otro tema), y ni el PAN ni el PRI pudieron atascar a la TV con spots de guerra sucia. Vaya, el IFE echó a abajo dos spots de guerra sucia del PAN contra AMLO gracias a la reforma de 2007.
Y ahora, luego de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le entregara la constancia de mayoría a Enrique Peña Nieto, ¿quién creen que fue el primero en recomendarle a Peña Nieto que NO le ofreciera a la izquierda una "reforma política", aunque en realidad refiriéndose a una reforma electoral? Pues ni más ni menos que el monero de la derecha.
Que porque Felipe Calderón, sugiró el susodicho monero, le ofreció una reforma política "a contentillo" a AMLO y ni así lo logró contentar.
En realidad lo que le debe preocupar al monero de la derecha es que si se le impide al PAN calumniar en la tele, se ordena por ley recontar los votos donde hay sospecha de fraude, y si además se tapan los huecos en la ley que le permiten al PRI comprar votos y rebasar topes de campaña, entonces la izquierda llegará finalmente al poder en 2018.
Es por eso que nadie en la derecha ha tocado el tema de la reforma electoral -salvo el monero de la derecha, para oponerse. Y es por eso que la izquierda debe enfocar sus esfuerzos en lograr esa reforma.
Pero no; la izquierda se está desgastando con la reforma laboral a pesar de que, con maña, se puede mandar a la congeladora. Simplemente hay que hacerle cambios en el Senado, votarla, y ya de regreso en San Lázaro se puede congelar.
Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard ya empezaron a trabajar rumbo a 2018. Saben que si la izquierda quiere sacar a la derecha del poder deben empezar desde ahora. Y por eso mismo es que desde ahora la izquierda debe empezar a buscar la reforma electoral. Sin esa reforma, será sumamente difícil vencer al PRIAN en 2018.
Estoy de acuerdo con los que dicen que la derecha tiene secuestradas a las instituciones electorales y que, por lo tanto, las instituciones le van a permitir al PRIAN hacer fraude.
Pero precisamente por eso es que la izquierda debe impulsar una reforma electoral que obligue a las instituciones electorales a no admitir prácticas electorales fraudulentas y a castigar de manera severa a quien incurra en ellas.
Lo digo por esto:
En 2006 el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no quiso ordenar un recuento de todas las casillas que tenían inconsistencias en las actas -y que eran más de la mitad. ¿Por qué? Por sus güevos. No había ningún impedimento legal para que no ordenaran el recuento.
Se aprueba en 2007 le reforma electoral que ordena por ley recontar casillas donde no cuadran las sumas y las restas, o donde la diferencia entre el primero y el segundo lugar es menor a 1%, o donde los votos nulos son mayores a la diferencia entre el primero y el segundo lugar. Por consiguiente, en 2012 se tuvieron que recontar más de la mitad de las casillas aunque el TEPJF no quisiera.
En 2006 el Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex pudieron pagar por spots de guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador. En 2012 ya no pudieron porque la reforma electoral de 2007 prohibió la compra de tiempo aire para mensajes políticos y electorales.
Eso impidió que el PAN pudiera perpetrar las mismas trapacerías que perpetró para hacer fraude en 2006. El problema es que en 2007 no se pensó en las trapacerías que el PRI tenía pensado realizar.
Y miren que la izquierda tuvo indicios de lo que vendría en 2012. Por ejemplo; en 2006 el PAN cuchareó encuestas para tratar de manipular el voto a favor de Felipe Calderón. Vaya, el término "encuesta cuchareada" es de Andrés Manuel López Obrador. Pero nadie en lo absoluto quiso tocar ese tema en la reforma electoral porque nadie pensó que en 2012 el PRI usaría encuestas cuchareadas para hacer propaganda ilegal, como acabaron haciendo.
Ese es uno de los cambios que se necesitan en una reforma electoral entonces: prohibir la difusión de encuestas a partir de que empiecen las precampañas electorales.
Segundo: Nadie tocó el tema de la compra de voto en la reforma de 2007 a pesar de que AMLO se quejó de que la reforma de 2007 estaba mal porque al reducir el tiempo de campañas ganaría el que más dinero gastara.
A la hora de la hora, Enrique Peña Nieto compró 5 millones de votos, lo cual no debería de sorprenderle a nadie si consideramos que el PRI compró votos en las elecciones del Estado de México y en Veracruz. Pero a la izquierda nunca se le ocurrió que era necesario una reforma laboral para impedir la compra y la coacción de voto.
Peor: la izquierda sabía que las leyes electorales establecían que la fiscalización de las campañas electorales se finalizaba hasta meses después de la calificación electoral. Pero tampoco hicieron nada para cambiar eso. Apelaron a la buena conciencia del IFE y del TEPJF para pedir que fiscalizaran antes de la calificación de la elección. ¿Resultado? Que los mandaron directo al diablo ante la obvia carencia de buena conciencia del IFE y del TRIFE.
Pero si se les obligara a las diferentes instancias electorales a fiscalizar antes de la calificación electoral por medio de modificaciones a la ley, es decir por medio de una refora electoral, otro gallo cantaría. Ya no sería de que quisieran o no; sería a fuerzas.
Desafortunadamente la izquierda no está haciendo nada para impulsar la reforma electoral a nivel federal. Al único a quien le he escuchado hablar sobre reforma electoral es a Martí Batres -aunque lo dejó de hacer cuando se metió de lleno a lo de la reforma laboral- pero a nadie más.
¿Por qué?
Excusas para no impulsar la reforma laboral he escuchado varias, y todas me parecen sumamente pendejas. Por ejemplo:
1. "Es que por la vía electoral no se puede." Pues no se puede si no se cambian las reglas para que se respete el voto. Pero si no se hace nada al respecto, en efecto no se va a poder. Los que usan esta excusa en realidad lo que están promoviendo es el derrotismo y la idea de que lo mejor es ya no votar. Y eso es exactamente lo que quiere la derecha: que la izquierda ya no busque cambios en la ley electoral que le impidan a la derecha hacer fraude.
2. "Es que mejor hay que llamar a la desobediencia civil para que haya revolución y luego votos." Pregunta: ¿Cuántos años lleva la izquierda diciendo que "si no hay solución habrá revolución"? ¿Y cuántas veces de verdad han hecho una revolución? La última revolución que ocurrió en este contiente fue la cubana. Luego de eso ni el mismísimo Che Guevara pudo replicar la revolución cubana en otros países. Y en Bolivia lo asesinaron. ¿Cómo es que ahora en Bolivia hay un gobierno de izquierda? Pues proque Evo Morales además de perseverar organizó a la gente humilde de Bolivia para que defendiera el voto. ¿Ha hecho eso la izquierda en México? NO. No lo ha hecho. No de manera eficaz.
3. "Es que lo importante no es 2018 sino parar ahorita la imposición." No. Lo importante es impedir que la derecha se perpetúe en el poder. Si con una reforma electoral podemos impedir que vuelva a comprar la elección, entonces hay que enfocarnos en eso como nuestra primera prioridad. Por eso mismo AMLO está armando su partido político. Por eso mismo Marcelo Ebrard va a buscar la candidatura presidencial a partir de diciembre. Porque ahorita, teniendo la derecha el control de los aparatos represores, será muy difícil impedir la imposición. Pero si tejemos una estrategia sólida para que la izquierda llegue al poder en 2018, se le acabó para siempre a la derecha su aparato represor.
4. "Es que los chuchos, es que no nos van a dejar, es que las arañas." Miren; déjense de mamadas quedas. Si desde ahorita ya se dan por derrotados en 2018 ¿entonces qué CHINGADOS andan haciendo llamando a una revolución? Si no pueden EN SUS PROPIAS CABEZAS no sentirse derrotados en las urnas, ¿cómo pretenden ganar una revolución a madrazos o con "desobediencia civil"?
Enfoquémonos entonces en cerrarle el paso a los fraudes del PRI. Exijamos una reforma electoral que POR LO MENOS incluya lo siguiente:
1. Prohibir el uso de utilitarios en las campañas electorales.
2. Eliminar los spots de campaña y cambiarlos por debates semanales.
3. Fiscalizar POR LEY los gastos de los partidos y concluir la fiscalizacación POR LO MENOS una semana antes de la calificación electoral.
4. Revocación del registro como partido y anulación del triunfo en la elección a quienes rebasen topes de campaña, triangulen dinero, o usen publicidad encubierta.
5. Revocación de la concesión de radio o TV a las televisoras y radiodifusoras que difundan pubicidad encubierta y no den derecho de réplica.
6. Presencia de ciudadanos y cámaras de video en los recuentos distritales.
Son peticiones muy sencillas, pero sin ellas el PRI podrá volver a hacer fraude en 2018.
Impulsemos entonces la reforma electoral y cosechemos en 2018 lo que sembramos ahora.
O bien, sigamos quejándonos amargamente en las próximas elecciones que nos hicieron fraude, pero será porque no hicimos nada para impedirlo.
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