miércoles, 23 de septiembre de 2009

Calderón: quiso acabar con el monopolio de la TV, y al final la TV le impone condiciones


Por Federico Arreola
23 de Septiembre, 2009 - 08:06
Felipe Calderón sabe que el PAN no va a ganar las elecciones presidenciales de 2012. Sabe también que, si las cosas ocurren al gusto de Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez Martínez, el PRI volverá a Los Pinos encabezado por Enrique Peña Nieto.

Eso a Calderón le preocupa porque Peña Nieto, en la Presidencia, no sería un gobernante independiente, sino un verdadero testaferro de Televisa, cuyos propietarios, en el fondo, desprecian al esposo de Margarita Zavala, sobre todo porque el panista que se robó las elecciones de 2006 juró que iba a acabar con el monopolio de la mencionada televisora.

Lo que sea de cada quien, Calderón intentó, apoyado por el priista Manlio Fabio Beltrones, acotar el poder de Televisa, especialmente con la nueva legislación electoral, pero a la hora de la verdad al gobierno calderonista le faltó fuerza para imponerse en definitiva a la televisora.

Calderón, pues, no solo no acabó con el monopolio de Televisa, sino que esta empresa podría imponerle a Calderón un sucesor.

Desde luego, Felipe Calderón también sabe que solo hay un político capaz de derrotar a Peña Nieto en las urnas, y este es Andrés Manuel López Obrador, algo que de ninguna manera está dispuesto a permitir la mafia política que apadrina al presidente espurio.

Por eso, en un intento desesperado para dejar en Los Pinos a alguien de su confianza, Calderón ha decidido jugar la sucesión presidencial apoyando, sobre todo, a una priista, Beatriz Paredes Rangel, que es su primera opción. La segunda, y última, es el secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero Arroyo, este del PAN.

Como Calderón trabaja para Paredes, esta mujer le cumple todos los caprichos a Calderón. Como operar en el PRI para aprobar el nombramiento del impresentable Arturo Chávez Chávez como titular de la Procuraduría General de la República.

Triste final el que va a tener el sexenio de Felipe Calderón: para no ser aplastado por el monopolio de la televisión o por la fuerza creciente del movimiento de López Obrador, ha relegado a su propio partido, el PAN, a ser su segunda opción electoral, para apostar en primera instancia todo su capital político a una militante del PRI reconocida por sus lealtades a los dinosaurios y con escasa vocación para la democracia

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