domingo, 1 de noviembre de 2009

La metrópoli, bajo amenaza permanente

RAúL MONGE
De diversas maneras, devastadoras todas, la capital del país está pagando el precio de su desordenado crecimiento y el incumplimiento de las leyes en materia de construcción y protección ambiental, así como de manejo y transportación de combustibles y residuos tóxicos, entre otras normas. El Atlas de Riesgos de la Ciudad de México, al que este semanario tuvo acceso, identifica esas amenazas latentes, que ponen en peligro a los casi 20 millones de habitantes del Distrito Federal y la zona metropolitana.

Pese a los programas de prevención y las medidas que, luego de los sismos de 1985, se establecieron en el Distrito Federal para mitigar daños por contingencias debidas a fenómenos naturales potencialmente destructivos y calamidades generadas por la alta concentración demográfica e industrial, en el Valle de México ocurre un promedio de 90 emergencias diarias.

Fugas de gas, desgajamientos, agrietamientos de tierra, explosiones subterráneas, derrames de productos tóxicos, taponamiento del drenaje por acumulación de desechos sólidos, inundaciones, deslaves, incendios, desprendimientos rocosos y fugas en instalaciones subterráneas de Pemex y gas natural, entre muchos otros incidentes, ponen en peligro a los casi 20 millones de habitantes del Distrito Federal y la zona metropolitana.

En la versión digitalizada del Atlas de Riesgos del Distrito Federal, a la que Proceso tuvo acceso, la Secretaría de Protección Civil identifica únicamente cinco agentes que por sí solos –o combinados– pueden ocasionar una catástrofe en el DF y la zona metropolitana: geológicos, hidrometeorológicos, físicoquímicos, socioorganizativos y sanitarios.

Los riesgos geológicos están asociados predominantemente con sismos o terremotos, erupciones volcánicas e inestabilidad del suelo; los hidrometeorológicos, con inundaciones, granizadas, polvaredas, electricidad y ondas cálidas y gélidas; los fisicoquímicos, con incendios, fugas tóxicas y radiaciones; los socio-organizativos, con grandes concentraciones o movimientos masivos de población, y los sanitarios, con epidemias y plagas.

No existe riesgo cero

Víctor Carlos Valerio, responsable de la coordinación de Riesgos Geológicos e Hidrometeorológicos de la Secretaría de Protección Civil del GDF, reconoce que todos esos agentes representan en mayor o menor grado un peligro para la población, aunque aclara que, al tener perfectamente identificadas las zonas críticas, se ha podido adoptar una serie de medidas normativas, preventivas y de mitigación de riesgos.

"En ninguna ciudad del mundo se puede tener riesgo cero –acota–. Lo más que se puede hacer, desde el ámbito gubernamental, es la gestión del riesgo, es decir, establecer políticas de planeación, organización y difusión que permitan a la ciudadanía reaccionar en caso de emergencia. Hay que aprender a convivir con todos esos riesgos."

En el caso particular del DF, apunta el funcionario, Protección Civil cuenta con 16 estaciones sísmicas que se encargan de monitorear las 24 horas del día y los 365 días del año el subsuelo de la Ciudad de México y su zona conurbada en tiempo real, independientemente de las estaciones que operan los centros de Geofísica de la UNAM y del Centro de Investigaciones Sísmicas "Javier Barros Sierra", con quienes, dice, están coordinados.

"En la ciudad siempre está temblando, lo que sucede es que no todos los sismos son de una magnitud importante. Con esta información, tenemos un rango de 40 a 50 segundos para alertar a la población. Por ahora, esto es lo más que la ciencia y la tecnología permite hacer", explica el maestro en Ingeniería por la UNAM.

Según el Mapa de Riesgos Sísmicos, siete de las 16 delegaciones en que se divide el DF se encuentran en zonas consideradas de alto riesgo: Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Iztacalco, Iztapalapa, Xochimilco y partes de Benito Juárez y Coyoacán.

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