2009-11-02•Al Frente
Cuando la senadora panista Beatriz Zavala señala al PRI como cobarde y maricón por no atreverse a votar a favor del 16% al IVA, dejándole a los blanquiazules la responsabilidad de tan hermosa hazaña del panfleto hacendario, parece suponer que ha descubierto un hilo tan negro como el de que los empresarios sólo pagan 1.7% de impuestos. Algo que, después del berrinche de Jelipillo que se fue matizando hasta llegar a una especie de lamento menesteroso, ni siquiera les generó a los evasores de cuello blanco una toma de nota ni el amago triste de un operativo tipo SME.
Luego de las melodramáticas respuestas del Consejo Coordinador Empresarial, y los arrebatos de Claudio X. González —empeñado en que se haga justicia en los bueyes del pueblo mexicano—, Calderón por poco les regala más subsidios fiscales y permisos para que la cosecha de teletones nunca se acabe, no se les vayan a correr las medias.
Como quiera que sea, parece que la yucateca Zavala ha vivido en otro país porque el comportamiento tradicional del Revolucionario Institucional no ha sido ni viril ni temerario. Y tampoco es que lo sean los de Acción Nacional, cuya idea de valentía y de patriotismo es la del saqueo voraz de los bolsillos de la gente que dicen salvaguardar.
En realidad estamos rodeados por estas tribus de zombies legislativos que responden a los intereses de las grandes empresas, pero no de las grandes mayorías. Incluyendo, claro, a los tibios perredistas del chuchismo triste y descolorido que en las venas portan algo remotamente parecido a la Lulú de grosella.
Así, desde San Lázaro y la casona de Xiconténcatl, nos han mandado una bonita dotación de roqueseñales democráticamente repartidas por partes iguales entre la mexicaniza que desde el precipicio sigue mirando hacia Icacos. Algo que debe envidiar el crimen organizado que, a pesar de sus bien templados mecanismos para cometer toda clase de abordajes sangrientos, nunca podrá superar al Estado fallido que fue capaz de diseñar y cumplimentar con todo profesionalismo el abuso impositivo más inhumano desde la legalización del anatocismo y las confabulaciones maniacas del Fobaproa.
Claro que a la señora Zavala, además de los rencores sociales que despertó por su grisáceo paso por la Sedesol calderónica a la que administró como una tienda de raya, ahora con sus declaraciones se va a echar encima no sólo a los priistas que últimamente parecen efebos de Serrano Limón, sino también a la comunidad lésbico-gay, que justamente se sentirá muy ofendida.
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