miércoles, 9 de diciembre de 2009

Nadie puede amar lo que no se conoce Polimnia Romana

09 de Diciembre, 2009
No tengo la intención de justificar a los funcionarios, políticos y empresarios que aprovechan sus influencias para torcer la ley y saquear al país. Un país que no aman porque no lo conocen. Su única ambición es el dinero, seguramente porque en su historia personal no hubo quien les hablara de la riqueza que encierra la cultura, y por lo tanto la única riqueza que reconocen es la monetaria.

Al leer las entregas que está publicando La Jornada sobre la gira de Andrés Manuel por el estado de Oaxaca, puede uno darse cuenta que su mirada va más allá de lo que a simple vista se percibe en esos pueblos del México Profundo, como el lo llama en memoria de la obra de Bonfil Batalla.

La atención que presta a los reclamos de la gente, a su forma sencilla de vivir y compartir con los demás, revelan la sensibilidad de un hombre que ama a su patria, porque la conoce y la quiere seguir conociendo.

Es un gran mérito de Andrés Manuel esforzarse en divulgar la realidad que impera en México, para ayudarnos a construir el Proyecto de Nación que necesitamos, y salir así del rezago, de la pobreza, de la marginación y de la injusticia.

Para recomponer las cosas no hay camino más seguro que partir de la realidad. Todos los esfuerzos que se hagan mirando al futuro no podrán proliferar si no se considera el pasado, ese pasado milenario que dio origen a las culturas prehispánicas avasalladas por la conquista y que, a pesar de los agravios, conservan valores humanos universales.

Además de las carencias y del abandono en el que se encuentran esos pueblos, Andrés Manuel habla de esa cultura que conservan, de sus costumbres, de su nobleza, de su sensibilidad artística, de su capacidad de trabajo y de su gran tenacidad en conservar las tierras que cuidan y que les pertenecen.
En estos momentos en los que todo es frivolidad y guerras de descalificación. Conviene reflexionar en los valores que como pueblo mantenemos vivos. Conviene revisar la historia para evitar que se repitan los episodios trágicos que hemos padecido, y conviene también hacer un alto total en la política económica dictada desde Washington, porque es la que está provocando no sólo la multiplicación de la pobreza sino la descomposición del tejido social.
Los discursos oficialistas no se atreven a revelar el abandono en el que los gobiernos prianistas mantienen a miles de pueblos por todo el territorio, al contrario, utilizan los medios de comunicación vendidos para mostrar un México irreal. El mismo Ulises Ruiz acaba de dar un informe de gobierno que nada tiene que ver con lo que encontramos en la gira por Oaxaca: caminos de terracería, falta de escuelas, de centros de salud, de líneas telefónicas, campos desolados, mujeres y niños levantando las cosechas porque los hombres se han ido al otro lado en busca de un salario digno; abusos de autoridad contra luchadores sociales y periodistas, en fin, todo lo que resulta inimaginable para los que creen en el México triunfador de Calderón.
Por cierto, oí que Agustín Carstens declaró, con absoluto cinismo, que él estaba muy contento en la Secretaría de Hacienda pero que aceptaría pasar al Banco de México si así lo decidía su “Presidente”. Por un momento intenté imaginarme a Agustín Carstens realizando uno de los recorridos de los que hace Andrés Manuel López Obrador y no lo conseguí, de verdad que no puedo ni imaginarlo en una camioneta brincona, con la cara empolvada y resistiendo el hambre más de 12 horas de camino; saludando de mano a la gente o abrazando a un campesino con olor a trabajo. Estos potentados egresados de universidades extranjeras no tienen ni la más puta, perdón, remota idea de lo que es México, por eso le diagnostican catarrito cuando sufre de una pulmonía fulminante.
Si usted padeciera una enfermedad grave, ¿a quién recurriría para curarse?¿A un médico experimentado que conoce perfectamente el mal que padece o a un principiante que consulta en Internet para buscar la medicina que le quite los síntomas?
Así está México, enfermo y recibiendo paliativos que aminoren los síntomas.

Los que usurparon el poder desconocen el origen de la enfermedad y desconocen al enfermo, que no aman precisamente porque no lo conocen.

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