11 de Diciembre, 2009
La designación que propone Calderón al Senado para cambiar de silla al doctor Carstens, de Hacienda al Banco de México, responde a su necedad de no querer enfrentar los graves problemas del país.
Por su desempeño como titular en la Secretaría de Hacienda debería ser inhabilitado para ejercer cargos públicos, pero Calderón lo premia y al mismo tiempo asegura la protección de los intereses de unos cuantos mientras al resto de los mexicanos se los sigue llevando el tren.
Desde luego que ya hay un arreglo en lo oscurito para que la mayoría de los senadores den luz verde al amiguismo de Calderón.
No cambiará la política monetaria dictada desde Washington en tanto sigan al frente de las instituciones financieras funcionarios de tan corta visión.
Ayer mismo comentaba que el desconocimiento de Carstens sobre la realidad del país es su mayor impedimento para tomar decisiones inteligentes que permitan enderezar el rumbo y mejorar las condiciones de vida de la gente, porque no se trata de salvar a los que ya están a salvo sino de equilibrar la balanza para que la economía se reactive.
El último golpe de Carstens contra la población, en medio de la peor crisis económica: más impuestos y aumentos a las tarifas de bienes y servicios, es la mejor prueba de que está incapacitado para prever las terribles consecuencias que el mal manejo de la economía traerá al país. Él, Cordero, Heriberto Félix, Horcasitas y demás cuates de Calderón no tienen ningún empacho en agarrar sus chivas y cambiar de silla, total, sólo se trata de calentarla mientras acumulan dinero y permiten que en sus narices se realicen contratos y tráfico de influencias para sostener lo que ya resulta insostenible: una oligarquía anacrónica.
A estas alturas, quién puede creer en las palabras, por ejemplo, de un César Nava que califica de “ejemplar” la conducción que hizo Carstens de las finanzas públicas del país, con dirección y rumbo, por lo que en el Banco de México contribuirá a un exitoso control financiero. Ya ni la burla perdona.
No sé cuánto tiempo les va durar su fiesta, lo único cierto es que las cosas se ponen cada vez más feas y el grueso de la población está pasándola mal, muy mal, cada vez peor.
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