sábado, 9 de enero de 2010

Esteban Arce, ¿precandidato panista?


Cámara húngara
Hugo García Michel

Hace una semana, me preguntaba en este mismo espacio quién sería el Juanito de 2010 y por lo menos en enero ya tenemos a uno: el comunicador (es un decir) Esteban Arce, quien cual perfecto pararrayos ha concentrado en su persona tantos insultos, burlas y denuestos que dejan al original Juanito en calidad de niñita inocente.

En este momento, lo que rifa, lo políticamente correcto, es tirarle al ex co-conductor de El calabozo por homofóbico, reaccionario y cavernícola. Cierto, Arce se puso de pechito con sus torpes argumentos sobre la homosexualidad (ver video en YouTube) y se mostró como un preclaro (o más bien preoscuro) integrante del Yunque; pero tan lamentables como fueron sus palabras, así lo fue también el linchamiento mediático que sobrevino en seguida. Espanta que en nombre de la corrección política, tanta gente progre demuestre un talante inquisitorial y stalinista y caiga en la misma (o peor) intolerancia que demostró el titular de Matutino express. Los puros e impolutos críticos de dicho personaje deberían hacer un examen de conciencia y ponerse a leer a Voltaire.

Los que sí podrían aprovechar el asunto y mejorar a su flaca caballada son los panistas, quienes de pronto tienen frente a sus narices a un súbito y ad hoc precandidato a la Presidencia de la República. En efecto, Esteban Arce demostró que su ideología cuadra a la perfección con la de los sectores más ultras del PAN, con la ventaja de que es un tipo con imagen televisiva y con más carisma que blanquiazules como Ernesto Cordero o César Nava.

He ahí al alfil que andaban buscando, un tipo capaz de competir con Enrique Peña Nieto y Marcelo Ebrard en sus propios terrenos y con un discurso totalmente definido. Al contrario de los dos mencionados, Arce no se anda con ambigüedades: es derechista a la old school y sobran los mexicanos que comulgan con su pensamiento ultramontano.

Igual gana, instituye como nuevo himno nacional aquello de “el Atlante es su padre y al que no le guste, que…” y pone como secretario de Gobernación al Burro Van Rankin. ¡La revolución, chico!

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