lunes, 11 de enero de 2010

Moisés Saba ---- Federico Arreola

Simplemente estoy consternado por el accidente de helicóptero en el que murieron el empresario Moisés Saba Masri, su esposa, Adela Tuachi, el hijo de la pareja, Alberto Saba Tuachi, la cónyuge de éste, Judith Casal, el piloto de la aeronave, Armando Fernández, y una persona no identificada.


La aeronave se desplomó mientras volaba de Toluca al Distrito Federal a las 20:49 horas del domingo en la delegación Cuajimalpa. Según Excélsior, que ha dado la mejor información acerca de lo ocurrido, “en medio de la niebla el helicóptero perdió altura, intentó sobrevolar casi al ras de las viviendas y se estrelló contra una de ellas, lo que provocó que explotara”.


No parece haber una causa distinta a las malas condiciones meteorológicas, que fatalmente complicaron el vuelo del helicóptero Augusta, matrícula XA-LSA, que volaba a poca altura y se estrelló contra una vivienda en la colonia Mina Vieja del poblado de San Lorenzo Acopilco, en Cuajimalpa.


Lamentable el fallecimiento de Moisés Saba Masri, de 47 años de edad, quien desde hace por lo menos un cuarto de siglo participaba en las grandes ligas empresariales de México, al lado de su padre Alberto Saba Raffoul, sobre todo con inversiones en los sectores inmobiliario y textil y en las telecomunicaciones.


El grupo empresarial de ellos no debe ser confundido con el de Isaac Saba Raffoul, el ya fallecido hermano de Alberto, que opera en la distribución de productos farmacéuticos.


Aunque su vida estuvo marcada tanto por las buenas como por las malas acciones —era, después de todo, un ser humano como cualquiera— en el momento de su muerte es correcto recordar a Moisés Saba Masri por las buenas cosas que hizo: presidir Industrias Textiles Ayotla, Ecocinemas, hoteles Hyatt Regency Acapulco, Unefon, empresa que desapareció cuando se fusionó con Iusacell en la que era socio de Ricardo Salinas Pliego, este último de Grupo Salinas y TV Azteca; era socio también de esta televisora y al momento de morir presidía Grupo Alsavisión y Grupo Celha, desarrollador de centros comerciales en estaciones del metro.


Uno de los episodios más controvertidos de su vida fue la querella que en su contra puso la

Comisión de Valores de Estados Unidos, que lo acusó de violar las reglas del mercado de valores. Con habilidad y buena asesoría jurídica superó el problema y los cargos le fueron retirados. Otro dato polémico en la biografía de Moisés Saba se dio cuando intentó comprar Aeroméxico, ya que el gobierno claramente le dio la espalda para favorecer a Banamex.


La fortuna de las dos familias Saba, la de Alberto, a la que pertenecía Moisés, y la de Isaac, fallecido hace poco tiempo, es una de las mayores del mundo.


Ambas familias no trabajaban juntas e inclusive se llevaban muy mal, por desgracia. La ambición las separó. En este como en muchos otros casos, el amor al dinero resultó más fuerte que cualquier otro sentimiento.


Pero siempre hay afectos superiores al que se le tiene a la riqueza material. Lo comprobé una vez más al ver la foto del padre de Moisés en el lugar del accidente. Alberto Saba Raffoul, de edad avanzada, siempre un triunfador, estaba absolutamente desecho. Me dolió verle en esa situación que, sin duda, no le deseo a nadie. El señor Saba había acudido a Cuajimalpa nada más para terminar de entender que había perdido lo mejor que tenía, que es exactamente lo que más aprecia cualquier ser humano, rico o pobre: al hijo del que se sentía orgulloso, al nieto…

Mi más sentido pésame.

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