viernes, 12 de febrero de 2010

Juárez merece ser escuchado--Editorial EL UNIVERSAL

Aún no llega el cambio de estrategia anunciado por el presidente Calderón hace unos días, para conseguir la seguridad que tanto anhela Ciudad Juárez. Cuando menos, eso sí, hubo un cambio de actitud a la hora de reconocer que no todos los involucrados en esta guerra antidrogas son buenos o malos, criminales o policías, sino también jóvenes inocentes como los que fueron acribillados hace ya casi dos semanas.


No es despreciable tampoco la razón esgrimida por el primer mandatario para posponer el anuncio específico de una nueva estrategia. Esta vez parece dispuesto a escuchar a detalle a la sociedad juarense antes de dictar el camino correcto a seguir. “Yo vengo a escuchar a la sociedad juarense; también, vengo a proponerles acciones, programas, sí, pero primero quiero escucharlos, y quiero que los miembros del gabinete, todos, escuchemos lo que ustedes, creo que durante muchos años nos han dicho, nos han querido decir, y probablemente no hemos escuchado debidamente”, dijo.

Oyó a quienes criticaron la posibilidad de que, apenas unos días después del escándalo por la muerte de los preparatorianos, se diseñara un nuevo plan sin la consulta previa de los afectados. Y no es un gesto menor porque, recordemos, el discurso anterior había sido el contrario: la seguridad absoluta de que la ruta era inamovible y de que los daños “colaterales” eran previsibles, inevitables e incluso indicadores de que el combate se estaba ganando. Las ejecuciones, nos decían las autoridades federales desde el sexenio de Vicente Fox, eran reflejo de que los cárteles estaban en descomposición e inmersos únicamente en una batalla mutua, desvinculada del resto de la población.

“También estoy convencido ... que no bastan ni la presencia policiaca, ni la presencia militar, sino que se requieren acciones mucho más amplias, medulares, también, no sólo complementarias, diría yo, que son y deben ser de naturaleza social, que se orienten a atender los problemas y los rezagos que propician o permiten una desintegración de los lazos comunitarios que propician violencia, que son caldo de cultivo para la criminalidad misma”. Bien, era lo que hacía falta. Sin embargo, es necesario que sigan los hechos.

Falta que el Presidente y su gabinete anuncien programas laborales, culturales, educativos que sean parte de una estrategia articulada, clara y cuantificable, en la cual las autoridades estatales y municipales estén incluidas. Porque las canchas de baloncesto, los colegios y los apoyos alimentarios que anunció ayer Felipe Calderón no harán nada por sí mismos a menos que estén diseñados para rescatar valores y conciencias. De cómo se resuelva este episodio dependerá el juicio futuro sobre la guerra emprendida en este sexenio.

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