Ezequiel, un maestro a punto de jubilarse, recibe una llamada en la que le informan que se ha depositado en su cuenta una cantidad que él no reuniría nunca. Le ordenan que no toque el dinero y que si lo hace pone en riesgo su vida o la de un ser querido, del cual dan nombre y ocupación. Ezequiel obedece, en dos días se entera que su cuenta está cancelada.
¿A qué maldita institución puede acudir para solicitar ayuda? El banco no se opuso al retiro del dinero por una persona ajena. Su número telefónico y su domicilio están en manos de un delincuente de cuello blanco que puede repetir esta operación las veces que quiera para obtener dinero fácil.
Si Ezequiel acude a levantar una demanda de los hechos puede perder la vida tan fácil como perdió su cuenta, pero además, ¿quién le hará caso? Hay miles de demandas presentadas por Juristas y Abogados, por Organismos Internacionales y por Movimientos Obreros y Ciudadanos contra los abusos del gobierno, y sus cómplices, que no han sido atendidas. ¿Qué le espera a Ezequiel si intenta demandar a los culpables que seguramente seguirán impunes? María de la Luz González, del periódico El Universal, escribió en su columna que los datos personales de millones de mexicanos han sido extraídos de manera masiva tanto de dependencias públicas como de empresas privadas, y puestos a la venta en Internet, no sólo en Tepito.
También explica que las direcciones electrónicas cuentan con huellas que podría seguir la Policía en caso de que quisiera realizar una investigación. Obviamente que no va a haber investigación, sería tonto pensar que alguno de estos delincuentes, que cobran de nuestros impuestos, pierda la impunidad, porque si cae uno caerían todos.
También el hombre más rico del mundo, que no tiene necesidad de hacer más dinero, vende los datos de los usuarios de TELMEX, la empresa que le regaló Carlos Salinas de Gortari, o cómo se explica uno que llamen a un domicilio preguntando por un señor que murió hace 25 años, para ofrecerle productos y servicios que nada tienen que ver con la compañía telefónica.
En estas manos estaremos mientras no nos organicemos en un gran Movimiento Ciudadano que acabe con tanta corrupción, injusticia e impunidad.Sólo el pueblo puede salvar al pueblo, ya lo dijo Obrador.
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