Dice un sabio refrán, que “lo cortés no quita lo valiente” y dice bien.
Esta consideración no es menor y debería ser un punto de partida para construir la convivencia democrática, que siempre es incluyente y se alimenta de la diversidad de opiniones y puntos de vista.
El día de ayer, el candidato del PRI a la presidencia de México, Enrique Peña Nieto, visitó las instalaciones de la Universidad Iberoamericana UIA, después de haber otorgado una entrevista a Carmen Aristegui. Este hecho, ha sido ampliamente documentado. Vídeos, grabaciones y testimonios se encuentran ya en todos los diarios de México, que dan a la nota el enfoque informativo que corresponde a la línea y política editorial de cada uno.
“Nadie te quiere, vete de aquí”, "cobarde", se observa un zapatazo volando cuando se dirigía al sanitario, “la Ibero no te quiere”, “Asesino”, “¡fuera! ¡fuera!¡fuera!”
No sé usted, estimado lector, pero yo hubiera esperado un debate de altura, donde las protestas y pancartas no estuvieran de más, pero tampoco se echarían de menos ante el peso de los argumentos esgrimidos por quienes , sigo pensando, tienen la fuerza de la razón de su lado ¿entonces para qué insultar, por qué gritar, para qué perseguir?
Y es que no se invalida una protesta cuando se deja hablar al adversario y se le debate en sus mismos terrenos, con sus propios argumentos, haciendo uso de la elemental Mayéutica Socrática ¿no es eso lo que les enseñan en la escuela, chavos?
Si gritas “¡Peña, entiende, la gente pensante no te quiere!”, demuestra con argumentos y no con gritos, tu afirmación. De otro modo, te vuelves exactamente eso que con tanto encono señalas y que además, está de visita en tu casa, en tu escuela ¿Cómo esperas que se detenga a hablar cuando vas detrás de él gritando "cobarde"? Aunque no lo sea, nadie en su sano juicio podría considerar seriamente detener su paso y tratar de hablar contigo, porque no es una invitación al debate, es una simple provocación.
Al final de la crónica que Óscar Balderas realizó de lo sucedido en la UIA[i], cuenta que una de las mantas que se usaron en la explanada contra la visita de Peña Nieto, la puso ahí Rosana, “una joven rubia que empata con la imagen de ´la chica Ibero´, que se tiene en el país”. Y ella dice: “Es para que vean que somos fresas, pero no pendejos”, mientras mira con orgullo la manta en la que se lee “Todos somos Atenco”
La escolarización no es sinónimo de educación. Ésta última es un proceso que dura toda la vida y a través del cual, se forman seres humanos tolerantes y abiertos al diálogo[ii]. No tiene que ver con posición socio económica o con ambientes controlados, sino con ejercer criterios, análisis y construcción de argumentos.
Protestar, sin razonar, sin escuchar, siguiendo a la muchedumbre psicológica es propio de pendejos, como les dicen, no de universitarios críticos, analíticos y reflexivos.
Es cierto que Peña Nieto no pudo explicar lo que le sucedió a su esposa en una primera entrevista con el periodista Jorge Ramos. También es cierto que representa una forma de gobierno y de hacer política que muchos deseamos que sea superada para bien de todos, pero en la UIA, el problema no fue el fondo, sino la forma.
Observando los hechos, no entiendo qué parte del grito “asesino” legitima el discurso de sus críticos. Las víctimas de Atenco merecen justicia, pero también respeto, por ello la forma de llevar el tema ante el candidato del PRI, es tan importante como el tema en sí.
Mi voto en esta elección es para AMLO y es precisamente por eso que no me gustaría que lo recibieran así en ninguna universidad. Como todo político, López Obrador tiene francas inconsistencias y serios golpes de timón, pero yo les diría a quienes esgrimen el insulto antes que el argumento una sola cosa: escúchenlo, debátanlo, cuestiónenlo y después decidan, no antes. No veo por qué la situación debe ser diferente con cualquiera de los candidatos a la presidencia de México.
Siempre he pensado que las ofensas descalifican sólo a quien las emite y rebajan el nivel del debate. No se puede construir nada allí. La radicalización conlleva la sordera y la ceguera intelectual de quien sólo mira lo que decide ver y asume que tiene la verdad absoluta en sus manos. Se carece, pues, de la humildad necesaria para considerar la parte de verdad o de razón que tiene el otro a quien no solamente no se le reconoce como tal, sino que además se le despoja de su derecho a defenderse, a debatir, a dialogar.
Enrique Peña Nieto debe responder a todos y cada uno de los cuestionamientos realizados en la UIA, sin duda. Ese no es el tema de este artículo. Tampoco lo es el derecho constitucional e irrenunciable de protestar si así se considera, el punto es que los estudiantes deben ser congruentes, justos, críticos y analíticos con todos y cada uno de los candidatos a la presidencia de México.
No debemos olvidar que un radical, es quien adjetiva y califica al otro porque no está de acuerdo con su postura, en vez de debatirla con argumentos.
Los fundamentalistas son los primeros en señalar con dedo flamígero a quien sí está interesado en escuchar y dialogar: derechistas, conservadores, pusilánimes, moralinos y siga usted con la lista, son algunos de los calificativos que se otorgan a quienes, como yo, piensan que la crítica no está peleada con la tolerancia y que la congruencia es dar al otro lo que se pide para sí mismo. Esta cerrazón hace que se convierta automáticamente en aquello que, paradójicamente, tilda de “autoritario”.
El radical sólo escucha a quienes piensan como él, platica con quienes coincide, jamás voltea a ver al adversario y mucho menos respeta las ideas y las voces de los diferentes, de los otros, a quienes etiqueta y estereotipa inmediatamente.
Miren ustedes, por ejemplo, el caso de Gabriel Quadri. Una broma. Un mal chiste político. Un engendro de un escollo democrático, que proviene de un partido ilegítimo que utiliza los recursos públicos que deben ser destinados a la educación de los niños de este país, para fortalecer al PANAL, el brazo político del SNTE.
Esto no es nuevo ni es desconocido tampoco para gran parte de los mexicanos.
A Quadri, sin embargo, la gente lo escucha, lo admira, le aplauden…pero no todos, no siempre. En el programa de Carmen Aristegui, desnudaron al candidato sin lanzar un solo improperio. Nadie le llamó mentiroso. Él solito se definió. Tampoco le dijeron oportunista inmoral e impúdico. Tampoco hizo falta. Le hicieron un ultrasonido de tal suerte que él mismo calificó la entrevista como una “crucifixión” [iii]
La forma y el fondo tuvieron una sincronización perfecta para dibujar Quadri, el político, a detalle. Eso faltó, desde mi perspectiva, en la UIA.
¿Usted qué opina, estimado lector?
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