La impronta de la visita de Enrique Peña a la ibero tiene cuando menos, dos lecturas claves:
1.- La privatización del espectro de educación media y superior en México ha traído como consecuencia nefasta que las conciencias de miles de jóvenes mexicanos estén siendo secuestradas, por métodos muy parecidos a la inducción del pensamiento fascista en las conciencias de los combatiente de las guerras mundiales.
2.- Las mafias que se han entronizado en el control de las principales decisiones que afectan la calidad educativa y su correlativa obligación de preparar al estudiante a un enfrentamiento con una realidad brutal de simulación política, de corrupción gubernamental en todos los niveles, de pérdida de valores éticos, principios ciudadanos, sentimientos espirituales como cada quien los entienda. Llenos de suficiencia y poder, los narcos, ya subsumen y determinan prácticas religiosas, y de expectativas altísimas de calidad de vida sobre todo en el segmento poblacional delos jóvenes de 12 a 30 años.
Ser contador, administrados, inversor del dinero sucio del narco demanda una capacitación profesional de nivel alto y se ha convertido en una señal incontrovertible de éxito.
No se pueden manejar los miles de millones de dólares que produce el negocio de la droga, en México y en el mundo, sin que existan sofisticadas ingenierías financieras para lavarlo. Inversiones calculadas para influir en consejos bancarios y en las más encumbradas mesas de socios de las principales empresas nacionales y no solo lavar el dinero de la droga. Sino completar la estrategia hasta llegar a ser factores de decisión en la gran empresa mexicana, productiva o financiera. O llegar al último peldaño del escalón y de plano ser parte del gobierno. Caso que ya existe en muchos ámbitos del sector público, principalmente en los de seguridad. Y para ello mandan a sus hijos a universidades como la Ibero a que se preparen.
Enrique Peña Nieto tiene una capacidad de adaptación, empatía y prudencia política ante escenarios como los universitarios.
Creo que la magnificación del incidente es claramente manejada por el sensacionalismo de cierto medios, y los trolers y similares del PAN y del PRD.
A Peña no le abrieron los universitarios la cabeza como se lo hicieron a Luis Echeverría. Tampoco le agarraron el trasero como le paso a Luis Felipe Bravo Mena cuantas veces se para en universidades, que fueron tantas que parecía estar contento en ese numerito. Y menos tuvo Peña reclamos de represión como recientemente las sufrió el desvergonzado de Angel Aguirre Rivero, o en su tiempo Agustín Arriaga en Michoacán; o el militar Rogelio Flores Curiel en Nayarit salvado de su derrota en una componenda vergonzosa que sepultó a Alejandro Gascón Mercado y que operó Porfirio Muñoz Ledo como presidente nacional del PRI.
Peña ni pierde puntos y menos se agota en una pequeña villanía de partidarios de AMLO, si es que efectivamente lo fueron, o en fachos encubiertos de los que utiliza con harta frecuencia la retrógrada de Josefina Vázquez Mota.
No hay nada extraordinario en que la inquietud, el impulso muchas veces reprimido de los jóvenes. Sobre todo de los que luchan por mejorar el estado de cosas que prevalece en México, se manifiestan por las vías que tiene a su alcance.
Como ese, en el riesgo de la democracia, habrá de enfrentar otros Enrique Peña Nieto.
Y se conforma la sentencia florentina: lo que no te mata, te fortalece.
Las encuestas de finales de mayo lo dirán. Peña es el líder de la contienda presidencial.
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