Estoy en desacuerdo con quienes se alegran por la muerte, menos aún si se trata de la privación de la vida a un joven, provenga de la familia que provenga.
Es lamentable la respuesta burlona por el asesinato del hijo del ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira.
La muerte de un hijo debe ser un dolor insoportable.
No soy madre pero por el amor infinito que me tienen mis padres sé que cualquier cosa que me lastima los llena de pena. No puedo ni imaginar lo que sería de ellos si muriera a destiempo.
Los jóvenes no debemos morir antes de tiempo, menos en aras de la venganza.
Alegrarse por la muerte de cualquier ser humano es lo peor que nos ha dejado la guerra, esa lucha irracional por el poder y por el dinero.
La raíz de los problemas que enfrentamos como país es la sed de venganza.
Nietzsche decía que la venganza es la cadena que el hombre debe romper para encontrar su libertad.
"Hay que redimir a los hombres de la venganza. Nadie tiene derecho de vengar en los demás lo que otros hicieron con él. Nuestra sed de venganza es una cadena infinita de humillados y ofendidos, que buscan humillar y ofender a los demás y liberarse de las humillaciones y las ofensas anteriores con otras todavía más atroces".
Eso es lo terrible de aceptar la muerte como venganza, porque lo que sigue son actos cada vez más atroces.
Que descansen en paz el hijo de Humberto Moreira y los hijos muertos de todos los mexicanos involucrados en una guerra ajena e inmerecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario