Ciro Gómez Leyva
2009-11-05•Al Frente
Con mucho tironeo, el poderoso grupo de senadores que exigían echar abajo el aumento de 15 a 16 por ciento al IVA, y cancelar otros impuestos, terminó prevaleciendo en la larga encerrona de priistas del domingo 25 de octubre. Hicieron cuentas con los gobernadores para explicarles que lo que dejarían de percibir no iba más allá de 300, 400 millones de pesos; 800, 900 millones para los estados más grandes. El rédito político y electoral cubriría ese faltante con creces.
La fórmula financiera del PRI era sencilla: con un cálculo del precio del barril de petróleo tres dólares arriba de lo que marcaba el paquete aprobado por todos en la Cámara de Diputados, y un 0.75 por ciento adicional de déficit fiscal, se cubriría holgadamente el aporte que harían el IVA a 16 por ciento y algunos de los nuevos impuestos perfilados, como el de internet. Y habría dinero para todos.
Pero la Secretaría de Hacienda rechazó categóricamente el esquema. Agustín Carstens se lo comunicó a los más visibles senadores del PRI. Y les advirtió que la señal sería terrible para los mercados: que se hicieran cargo de un dólar a 18 pesos, y en ascenso, porque el gobierno federal usaría su fuerza para dejar en claro quiénes habían sido los culpables de la devaluación.
Uno de los senadores tocó base con el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, quien le confirmó que sería altamente probable una “corrida de capitales” y una “depreciación del peso”.
Beltrones, Labastida et al sacaron entonces la bandera blanca y se entregaron ante la eventualidad de un error de octubre.
Perdón, pero quienes la cuentan piden el off the record y no hay otra forma de reconstruir en caliente esta historia. Que el lector la tome o la deje, crea o se ría.
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