jueves, 5 de noviembre de 2009

Platón, el narco y el mito de la caverna

Federico Arreola
05 de Noviembre, 2009
El griego Platón imaginó una caverna bajo tierra. Ahí, la gente está sentada de espaldas a la entrada y de cara a la pared. Son personas cautivas, encadenadas. Lo único que pueden ver, por esa razón, es el muro que tienen frente a sus ojos.


Entre el muro y los prisioneros hay un fuego. Estos hombres y mujeres, que han estado así toda su vida, solo ven las sombras provocadas por la lumbre y también unos objetos indescifrables moviéndose de un lado al otro.


¿Qué pasaría si uno de los prisioneros se liberara y fuera capaz de ver los objetos tal como son? La verdad, es lo que encontraría. Pero, está claro, semejante liberación solo puede darse mediante la razón.


Sin conocimiento, pues, se vive entre sombras y sin conciencia ni de lo que es uno mismo ni del mundo en que se habita. No puedo imaginar una forma más miserable de vivir.


Aunque el mito de la caverna fue creado por Platón para explicar su teoría de las ideas, puede en cierto sentido resultar apropiado para diagnosticar la situación de los mexicanos.


Vivimos prisioneros de nuestros propios prejuicios, de la mala imagen que tenemos de lo que es la vida buena. Alguien nos convenció de que solo el dinero y lo que el dinero puede comprar nos harán felices, y por eso integramos una sociedad corrupta en extremo.


Tenemos la mirada clavada en una sola, poderosa, enorme pared: el consumo. De basura principalmente, que son los productos preferidos por todos, ricos y pobres.


Por eso los ricos, consumidores fanáticos, no aceptan ayudar a los que menos tienen. Por eso rechazan cualquier reforma, política o económica, que no les favorezca. No quieren, y tristemente de tan pervertidos tal vez ya ni siquiera pueden, dejar de gastar, dentro y fuera de México, enormes fortunas para divertirse, entretenerse, “pasarla bien”, según ellos. Y por eso los pobres, que han sido convencidos por sus amos de que no hay otros valores distintos a los consumistas, buscan también dinero para derrocharlo. Y ya se sabe que el dinero fácil solo se consigue en el delito.


Por fortuna, algunos prisioneros se han desatado, se han parado con dificultades, acalambrados por haber estado inmóviles y, venciendo el dolor que la luz produce en quienes han estado tanto tiempo en la oscuridad, han podido salir de la caverna y ver las cosas como son en realidad. Cuando las han visto, sorprendidos, han advertido que en la verdadera vida buena muy poco de lo que vale la pena exige enormes cantidades de dinero.


Pero a los mexicanos que se han liberado nadie los escucha.


Leyendo en España acerca de las recientes vidas perdidas en la guerra del narco, pienso que México no saldrá adelante con más, mejor, más eficacia policiaca, sino con un cambio cultural profundo que nos convenza de que el dinero y lo que el dinero puede comprar son simples medios para vivir, y no los fines últimos de la existencia.

Creo que, si viviera, eso diría Platón, el hombre más sabio que ha existido.

No hay comentarios: