lunes, 26 de julio de 2010

TRASCENDIO

Que las dos cárceles de alta seguridad anunciadas a principio de 2009 por el secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, y que supuestamente entrarían en operación en el primer semestre de este año, no tienen para cuándo.

Las revelaciones de lo ocurrido en el penal de Gómez Palacio, Durango, hicieron que ayer mismo más de un gobernador preguntara ¿qué es lo que está esperando el gobierno federal para cumplir esa promesa y comenzar a resolver un problema que aterra: los presidios como cuarteles de los sicarios más terroríficos?

Que al reabrirse el tema de la toma de nota, comienza a cobrar fuerza una tercera línea en el Sindicato Mexicano de Electricistas.

Lo que propone es ir a elecciones, con observadores de todo tipo, para que ya nadie las vaya a impugnar. Martín Esparza y Alejandro Muñoz no podrían ser candidatos.

Inclusive se buscaría una “candidatura de unidad” para evitar más conflictos. Suena para encabezarla el nombre de Cayetano Cabrera, quien estuviera 89 días en huelga de hambre, y podría hacer el milagro de aglutinar a electricistas tirios y troyanos.

Que, por cierto, Alejandro Muñoz estará esta noche (21:45 y 23:45 horas) en El asalto a la razón, de MILENIO Televisión.

¿Se animará a hacer la propuesta de la “tercera vía” con Carlos Marín?

Que mal momento les hizo pasar una de las colaboradoras de logística de Andrés Manuel López Obrador a los presidentes del Partido del Trabajo y de Convergencia, Alberto Anaya y Luis Walton, a quienes prácticamente tacleó para que no se pusieran a los costados del tabasqueño en el templete instalado ayer en el Zócalo.

Pero al final, Anaya y Walton encontraron su lugar… flanqueando a López Obrador.

Que el edificio de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal en la Zona Rosa tiene un grave daño estructural. Los peritos ya ordenaron su desocupación, pero las distintas opciones de nueva sede que se le han presentado al titular de la dependencia, Manuel Mondragón, no lo convencen.

Eso sí, los tiempos para desalojar el edificio en los simulacros se han reducido a un punto récord.

Menos mal.

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