domingo, 6 de marzo de 2011

Calderón y Ebrard de la mano Federico Berrueto

Lo cuestionable no son las alianzas para ganarle al PRI, sino actuar políticamente con desapego a los principios que fundan y dan razón a la causa común. Eso es exactamente lo que representan las palabras y las acciones de Felipe Calderón y de Marcelo Ebrard: todo se vale con tal de derrotar a Peña Nieto. Los dos están en lo mismo y con igual método, incluso a costa de sus propios partidos.

Por el mismo sendero. Marzo de 2011. Foto: Oswaldo Ramírez
Ayer, ante sus correligionarios, el presidente Felipe Calderón pidió buscar al mejor candidato o candidata para la Presidencia de la República, “sea militante o no” de Acción Nacional. Las palabras representan una descalificación a los panistas en pos de la candidatura. Una vez que los prospectos en el gabinete no han crecido, va a la búsqueda del “mejor candidato sea o no del PAN”.

Asombra que un panista de carrera, que ha sido dirigente nacional, coordinador de los diputados y candidato prácticamente a todos los cargos de elección, se vuelva contra su propia organización. Los partidos son detestables a la mayoría, sin embargo, no hay otra forma de hacer política en la democracia. Las candidaturas ciudadanas aquí y en todas partes son trampa. Hay políticos independientes y también acomodaticios que se suscriben a un proyecto no a partir de sus convicciones, sino de sus intereses, como ha sido la historia de Ebrard. Oportunistas y creyentes los llama Panebianco, autor clásico sobre la realidad de los partidos. México necesita partidos modernos y para ello lo fundamental es que se vuelvan articuladores funcionales entre la sociedad y el poder político. Para la izquierda, la derecha o el centro, el pragmatismo es veneno.

Hace ver mal a los simpatizantes de López Obrador que alcen la mira a Manuel Camacho y pidan su destitución del Dia. No es error, se trata de cobardía hacia quien firma nombramientos y ordena pagos, esto es lo que les impide encarar a Marcelo Ebrard, el autor en el PRD de las alianzas y de la cooptación de priistas como candidatos, igual que Felipe Calderón en el PAN. La candidatura de Ángel Aguirre en Guerrero la cocinó Ebrard; la de Malova en Sinaloa, Felipe Calderón. El objetivo es derrotar al PRI para que gane el PRI; menos mal que Aguirre Rivero ya solicitó su carnet del PRD, ¿hará lo propio Malova?

Lo cuestionable no son las alianzas para ganarle al PRI, sino actuar políticamente con desapego a los principios que fundan y dan razón a la causa común; eso representan las palabras del presidente Calderón. Ebrard dice lo mismo: todo se vale con tal de derrotar a Peña Nieto. Lo demás es consecuencia: caminar de la mano y por el mismo sendero con Calderón. Los dos están en lo mismo y con igual método: acabar con Peña Nieto a costa de sus propios partidos.

Desde el punto de vista personal es explicable la obsesión de Ebrard y Calderón de ver derrotado al PRI en el Estado de México, aunque en el intento ambos vendan su alma al diablo. Lo es porque la fortaleza del PRI no es el partido, sino Peña Nieto. Ha quedado claro que con Beltrones candidato, se reeditaría el espectáculo de Roberto Madrazo: un penoso tercer lugar en la contienda. En el PRI se sabe, por eso es previsible que la posición de Peña Nieto como candidato presidencial sea inamovible aun con un resultado adverso en su entidad.

La realidad y López Obrador han complicado las posibilidades de una alianza exitosa en el Estado de México. El Universal en su encuesta confirmó lo que aquí se señaló: la mayoría de los mexiquenses no quieren alianza. Lo que no se ha dicho es que la mayoría de los votos potenciales por el PAN se abstendrían o votarían por el PRI si el candidato fuera del PRD y lo mismo de los perredistas si el candidato fuera del PAN. La oportunidad para el PRD es competir con Alejandro Encinas en alianza con Convergencia y PT, con ello no asegura el triunfo, pero sí remite al PAN, con cualquiera de sus candidatos, a un disminuido tercer lugar y con ello, perfila la elección de 2012 a una competencia entre el PRI y el PRD, seguramente con López Obrador, de allí el interés de Ebrard en una alianza opositora, más si Calderón le hace creer que él podría ser el candidato presidencial del PAN y PRD, mensaje implícito en sus palabras de ayer.

Será muy comprometedor para los organizadores de la consulta su desenlace. Al Consejo Nacional del PRD no se le dijo que el PAN participaría en la organización, fue un engaño propio de la calidad moral de Jesús Ortega. Además, si hacen encuesta paralela, deberán aclarar quién es el candidato con mayores adhesiones y sin Encinas todo favorece a Bravo Mena, el dirigente del PAN con Fox y secretario particular con Calderón. El PAN y el PRD están obligados al acarreo para ganar la consulta, pero la encuesta, si se hace bien, delatará la veracidad de la voluntad mayoritaria de los mexiquenses. Allí, en los organizadores de la consulta, sí hay cuotas monumentales de ingenuidad. Su única salida será acreditar que, efectivamente, los mexiquenses quieren que los partidos compitan con candidatos propios.

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