viernes, 11 de marzo de 2011

Se quedaron mudos POLIMNIA ROMANA

En un cable del 2009, conocido por conducto de Wikileaks y el diario La Jornada, el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, manifestó que la designación del Procurador Arturo Chávez Chávez era políticamente inexplicable, y se refirió a él como un soldado de a pie. Afirmó además que las diferencias entre Eduardo Medina Mora (ex titular de la PGR) y Genaro García Luna (actual secretario de Seguridad Pública federal) entorpecieron la lucha contra el narcotráfico.

Pero tanto la PGR como la SSP se negaron a hacer un pronunciamiento oficial sobre las declaraciones del embajador Pascual. Se quedaron mudos. ¿Y qué pueden decir?
Para empezar, la designación del Procurador Chávez Chávez fue ampliamente avalada en el Congreso por el PRI y por el PAN, sabiendo que efectivamente era un personaje inaceptable por su actuación al frente de la Procuraduría de Chihuahua durante la etapa más violenta contra las mujeres en Juárez.

Vaya usted a saber qué arreglos hicieron los prianistas para encomendarle a Chávez la procuración de justicia en un país en el que impera la injusticia.

Las diferencias entre Medina Mora y García Luna no fueron ningún descubrimiento del embajador Pascual, ojo, no lo defiendo, simplemente esas diferencias estuvieron a la vista de todos en la guerra inventada por Washington para intervenir en asuntos que sólo competen a la nación.

Tampoco Calderón hará ningún pronunciamiento por las declaraciones del Carlos Pascual porque en su reciente visita a Estados Unidos, Obama ya le recordó que donde manda capitán no gobierna marinero.

A Calderón se le ocurrió abrir la boca para decir que el responsable del contenido de los cables diplomáticos difundidos por Wikileaks era precisamente Carlos Pascual, y la respuesta que recibió fue que el Departamento de Estado norteamericano no tienen planes de remover a su representante diplomático en México porque está haciendo muy bien su trabajo. ¿Cuál trabajo?, se preguntará usted. Pues ese, el de atribuir el fracaso de la guerra contra el narco a los pésimos funcionarios del gobierno usurpador, avalados por los deditos levantados de los legisladores priístas o por sus acuerdos debajo de la mesa.

No olvidemos que el fracaso de la guerra o más bien los daños colaterales, entre los que se suman casi 40 mil muertos, es lo que Estados Unidos pretende, así que las descalificaciones a los funcionarios, que se han ganado a pulso, forman parte del doble discurso al que Calderón no puede ya dar marcha atrás.

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