Salir de México es salir a dar explicaciones. Vine a España y es lo que he hecho al charlar con mis amigos de este país. No entienden. No, claro que no. Piensan que les falta capacidad analítica o información para comprender qué está pasando en México.
Supongo que todos los mexicanos que podemos viajar al extranjero experimentamos lo mismo: que la gente nos pregunte mucho qué ocurre en nuestro país. Saben que estamos en guerra, en una guerra estúpida contra un enemigo no del todo identificado ni identificable que, además, está absolutamente infiltrado en las policías, todas, y en las fuerzas armadas, en el ejército y en la marina. Un enemigo que tiene aliados entre los empresarios formales, todos, los grandes y los chicos, y que ocupa espacios importantes en todos los niveles de gobierno. ¿Cuáles son, entonces, los “malos” a los que se combate si están en todas partes? Es la pregunta que más me hacen. ¿Cómo se puede ganar una guerra de esa naturaleza? Solo puedo responder que no hay manera de ganar y que, de hecho, los mexicanos estamos perdiendo.
Y, bueno, sobre Monterrey, mi ciudad, cuánto les duele a los extranjeros con los que he hablado saberla totalmente perdida, ya en poder del narco, sin ley, herida de muerte por el exceso de violencia. Son extranjeros que conocen Monterrey, a los que les gusta Monterrey, pero que no desean volver a mi tierra. Lo harán solo si, por trabajo, se les obliga a hacerlo. Pero irán sin gusto y con miedo.
Para el mexicano, en el extranjero, no es sencillo dar respuesta a las preguntas que se le hacen. ¿Cuál es la razón de la guerra de Calderón? Respondo: El fraude electoral de 2006. No hay otra explicación o no la encuentro. Calderón llegó sin legitimidad al poder y la buscó sacando al ejército a las calles para, según él, acabar rápidamente con las mafias. Mal cálculo. Las mafias no se dejaron, se armaron, se organizaron y han dado la pelea. Y ahora el problema es mucho más grande que en el arranque del sexenio de Felipe Calderón. Ahora tal vez no haya manera de enviar al ejército a sus cuarteles, lo que significa que habrá, en México, guerra para rato.
Me decía un periodista amigo que no entiende por qué en México no se actúa como en todas partes del mundo: tolerando y, al mismo tiempo, controlando, nunca combatiendo abiertamente, a la mafia. Le repliqué que la derecha mexicana se siente sobradamente orgullosa de, ahora sí, pelear contra los “malos”. Ese periodista me comentó: cuando les toque ser víctimas de la demencial violencia perderán el orgullo. Sin duda es la verdad. Los fanáticos de usar a las fuerzas armadas contra los delincuentes tarde o temprano entenderán, cuando la guerra los alcance, que nada se está resolviendo matando, a diario, a los criminales. Porque se les reemplaza con suma facilidad. Porque la reserva de pobres, de la que se nutre la mafia, es enorme en México.
¿Cómo vamos a salir de la crisis de violencia que está destruyendo a nuestra nación? Para empezar, con un cambio de gobierno. Ya urge que Calderón se vaya. Un nuevo gobierno traerá una nueva esperanza. Pero para cualquiera que ocupe, a partir de 2012, el cargo que hoy desempeña Calderón, será muy difícil hacer las cosas.
Me preguntan, acá en España, mucho por el PRI, demasiado. Que si el PRI podrá, en caso de llegar a la presidencia de México, componer las cosas. Me preguntan con preocupación porque saben lo que el PRI fue en el pasado: el peor autoritarismo. Pero cuestionan eso también con una dosis de optimismo porque piensan que los priistas, antidemocráticos y corruptos, son más eficaces que los panistas en la tarea de gobernar. Les digo mi opinión: el PRI es parte de la mafia, por lo tanto parte del problema, no de la solución. Les doy mi punto de vista: el PRI, si vuelve al poder, no será lo eficiente que fue en otras épocas porque no existen los controles, sobre todo el de una presidencia todopoderosa, que le permitieron operar más o menos eficientemente a la nación. No, el PRI no podrá. Con el PRI todo empeorará.
¿Y la izquierda? Saben que apoyo a Andrés Manuel López Obrador, y mis amigos españoles esperan la respuesta que les doy: La izquierda, así pienso, es la única posibilidad de un cambio verdadero. Pero no cualquier izquierda. No la de Marcelo Ebrard, no la de la dirigencia del PRD. Sino la izquierda con apoyo popular que encabeza Andrés Manuel. Simple y sencillamente porque tiene fuertes contactos con la gente de abajo.
¿Y el movimiento de Javier Sicilia, que acá nadie entiende? ¿A dónde va el poeta que recorre México buscando la paz? Espero, les digo, que Sicilia se encamine a convertirse en un contrapeso real, ciudadano y con autoridad moral, para cualquiera que gobierne a partir de 2012. Porque sin ese contrapeso al poder ni siquiera se podrá empezar a buscar una salida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario