Opino lo mismo que La Rayuela de La Jornada:
“En palabras de Manuel Vázquez Montalbán: la relación entre la literatura y la política es fotogénica, porque consiste en que a los políticos sólo les interesa tomarse las fotos con los escritores”. Eso por la foto, abrazados, que se tomaron Javier Sicilia y Felipe Calderón y que ha sido lo más destacado del diálogo.
Pienso de ese diálogo lo que piensa Julio Hernández, de La Jornada:
“Emergió intacto, e incluso fortalecido. Manejó la sesión conforme a sus intereses, rindió una especie de informe parcial de gobierno (Honorable Congreso de la Caravana por la Paz), expuso con pasión sus conocidas tesis de sustento bélico, sometió los reproches y evidencias adversas a los cauces y ritmo de la Sonora Burocracia de siempre, se entretuvo largamente en el manejo de su laptop, anunció su disposición de sumarse a alguna marcha siciliana, rio de vez en cuando con su esposa mientras algún quejoso le hablaba (y al final jugó y habló con un niño mientras otra doliente le exponía su penar), recibió artículos de devoción católica en señal de transferencia de presuntas nuevas cargas (Ahora la justicia le corresponde a usted, dijo Sicilia, como quien entrega un bastón de mando o una cuenta por cobrar), y terminó la sesión airoso, controlador, en abrazo y sonrisas con su principal interlocutor, convencidos los participantes de que mucho gana el país con la formación de un comité de seguimiento de lo allí dicho que se reunirá para fines evaluatorios dentro de tres meses”. Habla Julio de Felipe Calderón.
Sigue Julio: “El estar hasta la madre devino en búsqueda caminante de consuelo hasta llegar ayer al punto religioso de la reconciliación. No hubo un solo momento en que los traductores de la indignación y el dolor populares presentaran ante la superioridad un alegato realmente ríspido o una exigencia mayor. La única interrupción importante del flujo oral calderónico la produjo el poeta Sicilia para preguntar si podía fumar un cigarrito, lo que provocó amable intercambio de opiniones sobre el delicado tema que se disolvió entre risas de cortesía mutua (el punto fue resuelto más tarde, cuando Felipe dijo a Javier que ya había investigado y que sí se podía fumar en el lugar porque era un espacio público abierto, lo que desencadenó un nuevo reparto de ánimos concordantes en forma de risas y sonrisas). Nada empañó las estampas del nuevo misal ilustrado: Calderón le dijo claramente a Sicilia que estaba equivocado en determinada observación y no hubo revire, a dos de los otros familiares de víctimas les pareció que Calderón y sus acompañantes los insultaban al hablar de presuntos avances justicieros pero rápidamente fue apagada la vela de la discordia, y todos los casos presentados fueron afanosamente anotados en sus libretas de apuntes por los atentísimos funcionarios federales que siempre tuvieron a flor de labio la respuesta o la precisión o la promesa o la intención demostrativas de que se está haciendo lo correcto o lo que se puede o lo que sea”.
Y concluye Julio:
“Y la imagen final que es el saldo insalvable. El abrazo del Castillo, la entrega redentora. Que así sea: podéis ir en paz, el diálogo ha terminado”.
Del diálogo pienso lo mismo que Sandra Arau en www.sdpnoticias.com:
“Eres una rana muy noble Javier Sicilia. Lo sabemos y es en gran parte la razón por la que nos unimos a tu dolor sin dudarlo. Pero el escorpión ya nos ha picado demasiadas veces. Con o sin Javier Sicilia seguiremos pidiendo que se termine esta guerra, él nunca fue el principio, ni será el final de la lucha de los que queremos paz.Nuestro verdadero triunfo vendrá el día que actuemos sin que nadie nos tenga que dirigir más que la razón de nuestro corazón. Esa, es nuestra naturaleza, Calderón”.
Y del diálogo no pienso lo que piensan Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva y Joaquín López-Dóriga: que fue maravilloso e histórico. Que no mamen
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