sábado, 25 de junio de 2011

TRASCENDIO

Que de acuerdo con distintas encuestas, la aprobación que recibió el presidente Calderón por la reunión del jueves en el Castillo de Chapultepec con Javier Sicilia y el Movimiento por la Paz y la Justicia rondó el 70 por ciento.

Es una cifra que no se tenía en Los Pinos desde hace más de dos años. Oxígeno puro para continuar la lucha contra el crimen organizado.

Que son tantas las dudas en la campaña de Alejandro Encinas, que ni siquiera se pudo promover en su página oficial el nombre de quienes supuestamente lo acompañarán en el acto de cierre de campaña del domingo en Neza-Chimalhuacán.

Queda la impresión de que, a estas alturas, al candidato del PRD-PT-Convergencia al gobierno del Estado de México le da lo mismo que vayan o no vayan Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard o Cuauhtémoc Cárdenas. ¿Qué fue lo que pasó ahí?

Que hablando de Marcelo Ebrard, el equipo de prensa del jefe de Gobierno del DF debió trabajar a marchas forzadas para aclarar la errónea versión de que encabezaría hoy la Marcha del Orgullo Gay.

Hasta bien entrada la tarde quedó plenamente registrado que el gobierno capitalino estará representado por el secretario de Turismo, Alejandro Rojas.

Que quien debe estar muy contento es el analista y académico Jorge G. Castañeda, luego de la extraordinaria reseña que le hace The New York Times Book Review a su flamante libro (versión en inglés) Mañana forever?

La crítica, escrita por Alexandra Starr, apunta, entre otras cosas, que Castañeda encontró una “manera erudita de repensar los viejos hábitos mexicanos”.

Que una boleada de calzado estuvo a punto de provocar una queja ante la Comisión de los Derechos Humanos en el DF contra dos funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina.

Después de que les dieran grasa en las oficinas de Liverpool, en la Zona Rosa, los funcionarios se negaron a pagar, pretextando que no se encontraba el encargado de cubrir ese gasto, que ascendía a ¡30 pesos!

Al día siguiente se comunicaron con el bolero para avisarle que ya podía pasar a cobrar. Pero él prefirió no hacerlo, por dignidad elemental. Tampoco presentó la queja. Pero queda el precedente para saber cómo se siguen manejando algunas personas en las oficinas públicas.

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