José Agustín Ortiz Pinchetti
A las ideas les llega su hora. El racismo en México ha sido negado con vehemencia, incluso por sus víctimas. Por goteo han ido apareciendo para denunciarlo unos cuantos reportajes, libros, ensayos. La academia lo trata con grandes reservas. El asunto es tan importante para México que quizá sea el más importante de todos. Refuerza y hace perdurable la desigualdad.
Ahora nos vienen dos jóvenes, Julio Vallejo y Ricardo de los Ríos, mexicanos, mestizos que radican en Estados Unidos, donde han tenido un buen éxito que por amor a su matria están dispuestos a sacar el racismo a las calles y hacerlo explotar, y para ello están preparando un documental de largo metraje al estilo de otras grandes películas de denuncia de tradición norteamericana.
Estos jóvenes y su equipo están seguros que el racismo se niega en México. No aparece en el debate público, pero opera silenciosamente en el subconsciente colectivo, impregna el tejido social y daña su cohesión. Basta –dicen– encender el televisor, abrir una revista, observar el lenguaje para comprobarlo. Los residuos de las castas novohispanas son todavía muy fuertes. La gente de piel más clara tienen, por lo general, acceso a privilegios o bienes que están restringidos para la gente de piel obscura. Señalan que uno de los indicios es el uso de la palabra naco como insulto. Este vocablo originalmente se usó para designar peyorativamente al indígena, pero hoy se extiende a todo aquel que actúa en forma incivilizada. La palabra naco (que a mí me produce irritación) sigue teniendo una fuerte carga de odio racial.
El documental mostrará cómo el racismo ha creado desigualdad económica y esta a su vez ha retroalimentado al racismo. En forma sutil, el sistema educativo privado, en sus más altos niveles, perpetúa el dominio de las castas criollas. Para hacer la película se harán varios experimentos sociales, como la cámara escondida para evidenciar la diferencia en el trato de la gente por su aspecto físico, y la producción de comerciales ficticios que se presentaran a grupos de control para registrar sus reacciones.
Se utilizará a los medios y a la publicidad como vías para presentar en la forma más cruda y sencilla la discriminación vergonzante. Los anuncios en televisión están saturados de racismo y son muy eficaces para inducir a la población morena, no sólo para asimilar el racismo como inevitable, sino para aspirar a ser (y soñar ser), lo que nunca serán: gente blanca y rubia. Todo ello ataca a la autoestima y nos envenena de resentimiento. Pigmentocracia será la primera provocación. Se intentará luego hacer una campaña sin precedentes en la historia de la publicidad en México para desafiar al racismo.
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