Recién ha recibido Miguel Ángel Mancera la constancia de mayoría como Jefe de Gobierno del Distrito Federal para entrar en funciones a partir del 5 de diciembre próximo. Y la expectativa es importante porque la izquierda ha obtenido una votación “histórica” con un 63.55% de los electores. Y no solo eso, ha logrado mayoría en la Asamblea de Representantes y 14 delegaciones políticas. Los retos de Mancera en lo inmediato serán varios: Mejora del transporte público, ambulantaje, empleo, bacheo de calles, arreglo de banquetas, políticas y acciones de salud pública tan necesarias, contención de la inseguridad y la violencia que circunda al Distrito Federal y que ya ha dejado sentir su presencia, entre otros.
Mancera obtuvo un 10.62% más de votación que López Obrador en la ciudad de México (52.93%). Y deberá gobernar para todos, por supuesto. Para el porcentaje extra y para quienes no votaron por el Movimiento Progresista también. Pero en realidad su fortaleza quizá se condense en el porcentaje que ha votado igualmente por AMLO. ¿Por qué?
Los críticos han utilizado la diferencia de casi 500mil votos para, por un lado, exaltar la figura del nuevo Jefe de Gobierno. Pero sobre todo, para demeritar, una vez más, al ex candidato presidencial, para decir absurdos como ese de que la ciudad de México “no lo quiere” (abundan estos comentarios en diversas columnas de Excélsior, Milenio, El Universal, etc.; búsquense en Google); que al menos ese 10% ha elegido selectivamente (lo cual es cierto), y ha mostrado su rechazo a AMLO (lo cual no es tan cierto).
Una primera impresión indicaría que efectivamente Mancera arrasó sobre AMLO. Sin embargo, no hace mucho escuché entre comentaristas aun no afines al líder social, una hipótesis que modifica la perspectiva. El PAN y el PRI tuvieron en el DF realmente figuras muy débiles con Miranda de Wallace y Paredes Rangel (13.62% y 19.75% de la votación respectivamente). En cambio, Peña Nieto con todo el aparato mediático a su favor, Televisa y las encuestadoras (por cierto Ciro, ofreciste disculpas por la “equivocación” de Milenio, pero el mal trabajo o la manipulación no han sido investigado ni mucho menos sancionado), naturalmente tenía mayor presencia en el Distrito Federal (25.93%; JVM, 17.40%) que las dos candidatas locales de oposición.
Pero en realidad son varias las consideraciones a tomarse en cuenta: 1. Lo que Peña gana frente a AMLO en el DF por su fuerte presencia mediática, lo obtiene Mancera a su vez por la debilidad de sus contrincantes. 2. La alta votación no es un producto espontáneo, ni solo de un supuesto carisma, ni de la casualidad, tiene su raíz en los en general buenos gobiernos de izquierda de Cuauhtémoc Cárdenas a Marcelo Ebrard; esto lo registra y bonifica la sociedad en las urnas y lo cosecha Mancera. 3. El castigo nacional al PAN se evidencia no solo con el bajísimo 13.62% a Miranda en el DF, también en la pérdida de la Delegación Miguel Hidalgo (donde se registra también malas administraciones de Gabriela Cuevas y Demetrio Sodi), y la casi pérdida de la Benito Juárez (la cual retuvo por tan solo 0.21% de diferencia). 4. La figura neutra, descolorida, desprovista de identidad con la izquierda pero que ha hecho buen trabajo dentro de ella como Procurador, atrae a quienes no votarían por un “radical”; bien vale el voto de ese 10%. 5. Y quizá la más importante, Mancera nunca ha estado sometido al desgaste de la guerra de estiércol que se ha desarrollado en contra de AMLO desde hace ya muchos años; todo lo contrario, es bien visto por los medios.
No se trata de minar los méritos de Mancera, simplemente de aclarar los números. Sin duda el nuevo Jefe de Gobierno tendrá que aprovechar ese “bono” extra del 10% y deberá actuar en consecuencia en relación a los problemas de la ciudad planteados arriba, antes de que ésta se lo reclame. Sobre todo, ese 10%. Porque el porcentaje restante con todo y guerra sucia en contra, ha optado en la ciudad y a nivel nacional por una posibilidad, un proyecto, abanderado hasta ahora por López Obrador y que comparte o transfiere, como si dijéramos, a Mancera. Un 52.93% que ha rechazado, que no querido votar por la reiteración del proyecto que encarnan tanto el PAN como el PRI. Y perogrullada: No se puede gobernar con un 10%.
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