lunes, 8 de octubre de 2012

El ejemplo de Capriles, el Barça politizado, la irresponsable Lufthansa y AMLO, AMLO… FEDERICO ARREOLA


El ejemplo de Capriles, el Barça politizado, la irresponsable Lufthansa y AMLO, AMLO… FEDERICO ARREOLA @FedericoArreola lun 8 de octubre de 2012 Ayer domingo ganó Hugo Chávez las elecciones en Venezuela simple y sencillamente porque obtuvo un millón 200 mil votos más que Henrique Capriles. Fue mucho mejor planeada y ejecutada la campaña de Capriles que la de Chávez. Y, desde luego, sobraban razones –muchas más que en México– para haber acusado al gobierno de haber organizado una elección de estado pagada con recursos públicos. El candidato de la oposición, así, pudo haber cedido a la tentación de no aceptar el resultado oficial. Pero Capriles, en vez de eso, prefirió reconocer la derrota. Como bien dijo Mario Vargas Llosa, cualquier resultado iba a ser para Henrique Capriles Radonski “una gran victoria y, a menos que lo hagan matar, será más pronto o más tarde el sucesor del comandante Hugo Chávez como presidente de su país”. Eso le faltó a Andrés Manuel López Obrador en 2012: reconocer que se quedó lejos de Enrique Peña Nieto, quien además no era el candidato del partido en el gobierno. Tal ventaja era de Josefina Vázquez Mota, del PAN, ¿lo recuerdan? Andrés Manuel, para cohesionar a un puñado de sus seguidores incapaces ya de analizar las cosas con objetividad, decidió denunciar un fraude exhibiendo “pruebas” que nada probaban. A diferencia de 2006, cuando el cerrado resultado electoral exigía un recuento total de votos que el sistema no concedió, lo que bastaba para demostrar la mala fe de quienes manejaron aquella elección, AMLO, a pesar de haber realizado una gran campaña, obtuvo varios millones de votos menos que Peña Nieto. Esta es la verdad. Lula, en Brasil, llegó al poder en la cuarta ocasión en que lo intentó. Pero en ninguna de sus derrotas argumentó fraude ni, mucho menos, pretendió descalificar la victoria de sus rivales con “evidencias” como la inventada llamada de teléfono con la que se pretendió involucrar a Luis Videgaray, principal colaborador de Peña Nieto, en manejos oscuros de dineros públicos. Con eso la izquierda cayó en lo bufo, lo que le va a costar en futuras elecciones. Creo en Andrés Manuel. Estoy seguro de que, si llegara a Los Pinos, seria un gran presidente de México. En 2018 seguirá estando en edad de aspirar nuevamente a ese cargo. Pero algo tendrá que hacer, pronto, para remediar su principal falta en las pasadas elecciones, es decir, tendrá que reconocer, en los hechos, que Peña Nieto es el presidente de México (lo será a partir del próximo diciembre). ¿Cómo podría lograrlo? Encabezando una oposición que construya y no que destruya, es decir, colocando al país por encima de las pasiones de algunos, no todos, no la mayoría, de sus seguidores. Ayer domingo, el Real Madrid y el Barça empataron a 2 goles. No vi el partido (viajaba al DF en un vuelo largo). Seguramente el espectáculo fue bueno. Lo triste fue el modo en que los políticos catalanes politizaron el juego que tiene un gran valor, en todo el mundo, solo en la medida en que no se cumpla lo que tales políticos buscan, es decir, que el Barcelona deje de ser un equipo español. Llegué el domingo a México en la línea aérea Lufthansa, una de las mayores del mundo. Por segundo día consecutivo Lufthansa dejó a decenas de pasajeros sin sus maletas. Ya las enviarán a domicilio, dijeron los empleados de esa transnacional. Seguramente así ocurrirá pero, mientras tanto, muchos viajeros se quedaron anoche, como la noche del sábado, sin sus cosas. Y, cuando la perra es brava hasta a los de casa muerde, entre los afectados estaban los miembros de la tripulación. Supongo que alguien en México tendrá que multar a Lufthansa.

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