viernes, 19 de octubre de 2012


Los sentimientos de los empresarios 

ALEXIA BARRIOS G.@alexiabarriosgjue 18 de octubre de 2012
Muy inquietos andan nuestros empresarios con esto de la sucesión n la Presidencia de la República. Andan por todos lados queriendo imponer sus ideas y sus propuestas de lo que debe ser el país. Andan promoviendo sus ideas, como antes a sus candidatos y financiando a campañas y partidos políticos.  Quieren, como siempre, un Presidente a su imagen y semejanza y, sin ir tan lejos, creen que Enrique Peña Nieto lo será. Allá él si les cree lo que hoy publican en sendo desplegado.
Nuestros empresarios están sentidos con la docena panista de los gobiernos de Fox y Calderón porque no les cumplieron sus promesas de campaña y porque a lo largo de estos 12 años sólo machetes, atole con el dedo, sangre, extorsiones, secuestros y autos chocolates han recibido. Están preocupados porque la competencia extranjera poco a poco les quita la exclusividad del mercado nacional. Nuestros pobres hombres de negocio están muy asustados con la posibilidad de que el nuevo gobierno llegue a cancelarles sus proyectos de enriquecimiento sistemático.
Hoy, en su aliado coyuntural, el vocero de una sección dura del Grupo Monterrey, el diario Reforma, amenazan:
Señores senadores de la República: vienen días cruciales para México. En sus manos está decidir si el país avanza hacia un entorno de mayor crecimiento y empleo, como lo prometieron en sus campañas electorales, o se mantiene en la inmovilidad. El proyecto de reformas a la Ley Federal del Trabajo aprobado por la Cámara de Diputados no es perfecto, así lo hemos manifestado todos públicamente. Sin embargo, es una señal clara de que, por fin, México se mueve en el sentido correcto. Aún cuando esta reforma implicaría costos y cargas adicionales para las empresas (…) apoyamos decididamente el proyecto de reforma laboral, sin enmienda ni modificación alguna. Confiamos en que ustedes harán lo mismo por México. Consejo Coordinador Empresarial.

Por eso andan moviditos, señalando a los gobiernos y políticos que se dejan corromper por ellos, a través de sus agencias de cabildeo. Por eso descalifican a sus contrarios. Por eso quieren incidir ya no en la competencia presidencial, que lo hicieron; sino ahora en la definición de las políticas que debe llevar el próximo gobierno, siendo que ellos fueron principales promovientes del panismo en el poder.
En estos días tratan incluso meterse en el proceso interno del PRD al calificar positivamente el proyecto energético de Cuauhtémoc Cárdenas y señalar que era el mejor político de izquierda que podía llegar a la Presidencia. Años atrás era su político más repudiado. Y no se diga con Marcelo Ebrard, al que quieren llevar a la presidencia del otrora partido de izquierda.
Don Lorenzo Servitje, el señor de los gansitos, el mismo que ha patrocinado a organizaciones conservadoras y censoras como A Favor de lo Mejor y quien ha emparentado con la elite política del viejo sistema, sin ningún rubor financia al Grupo Jalisco, una versión ampliada del Grupo Zapopan, mejor conocido como Los Tecos, que tiene en el PAN su medio ideal para acceder al poder político dentro del seis años, nada más y nada menos que tratando de empujar al ex gobernador yunquista de Guanajuato, Juan Manuel Oliva.
No faltan los quedabien que quieren a Carlos Slim Helú como un mandamás al lado del próximo presidente, sin importarles que éste sea casi el dueño del país y que tenga armas alzadas contra dos “ingratos” empresarios: Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego.
Alberto Núñez Esteva, el ex presidente del sindicato patronal, la Coparmex, inventó su Sociedad en Movimiento, una organización “que obligará” a los aspirantes a aceptar sus propuestas. En el fondo, espera ayudar con esta asociación a los candidatos del PAN aunque mal le paguen.
Alfonso Romo, el denostado presidente de Vectra y de Interacciones, ex socio de Carlos Hank Rohn, creó hace seis años su Opción Ciudadana y estuvo detrás de Convergencia –hoy Movimiento Ciudadano— a la espera de que un Cárdenas, un Castañeda fuera su candidato presidencial. Ahora, es aliado del lopezobradorista Morena en Nuevo León.
Y qué decir de los González Torres, que además de sus empresas familiares, como las farmacias de similares, del ahorro, El Felix y la Universidad Iberoamericana, tienen, por otro lado, el control del consejo de administración del Partido Verde, a donde han dejado entrar a la familia de Salinas Pliego y los representantes de Televisa, en algo conocido como la “Telebancada”. Peor aún, todo indica que Chiapas, la pobre Chiapas, la cogobernará de nuevo la alianza política con el Grupo Salinas.
Los empresarios se quejan de que los políticos no sean como ellos, emprendedores y comprometidos con el país. Dicen que al país le falta una visión empresarial para salir adelante. Aseguran que los empresarios son más comprometidos con México que los políticos. Un empresario no tiene necesidad de robar al erario, nos reiteran con ahínco. Pero mienten.
Los empresarios se subieron al carro de la competencia política desde hace varias décadas. En 1982, luego de la expropiación bancaria, diseñaron su estrategia para llegar a la presidencia, lo cual lograron en el 2000 con Vicente Fox Quesada. Fue a través de la Coparmex como se aliaron y luego se apropiaron del PAN; eran conocidos como los “bravos del norte”. Eran carismáticos, directos, provocadores y experimentados en los negocios. Sus apellidos son conocidos y recordados: Clouthier, Barrio, Canales, Elizondo, Ruffo, Osuna, Fox. ¿Cuál de ellos fue el mejor gobernante si todos perdieron?
Pero no vayamos a calificarlos que sólo son panistas porque deambulan en todos los partidos: El priísta Eduardo Bours en Sonora; el perredista Zeferino Torreblanca en Guerrero; el multipartidista Antonio Echevarría en Nayarit; el panista Marcelo de los Santos en San Luis; el coordinador de legisladores del PAN en San Lázaro; Javier Usabiaga, ex secretario de Agricultura y ex aspirante a gobernar Guanajuato. Todos ellos son empresarios y políticos y están en los tres partidos principales.
Por todo lo anterior, vale la pena señalar que los empresarios mexicanos no pueden tener autoridad moral para condicionar a la clase política ni decirse representantes de la sociedad mexicana ante el próximo presidente, mientras ellos mismos no hagan una revisión a fondo de sus compromisos sociales con el país, sobre todo lo que tiene que ver con el nivel salarial de sus empleados; del respeto que deben tener a la libertad de expresión; y finalmente de su responsabilidad como actores políticos en la consolidación de nuestra democracia para garantizar la transparencia del origen y destino de sus apoyos económicos para los procesos electorales. No es mucho pedir, pero para ellos, quizá, sea demasiado.

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