jueves, 29 de noviembre de 2012


Enrique Peña Nieto y la sombra del árbol

ANEL GUADALUPE MONTERO DÍAZ@Anelin00jue 29 de noviembre de 2012
Transparencia, rendición de cuentas y educación son sólo algunas de las tareas pendientes que el presidente electo parece tomar muy en serio y así sería considerado, de no provenir del partido que ha hecho de estos grandes y graves problemas nacionales, su fortaleza y escudo. 
En ese orden de ideas, pretender que se atienden los problemas antes mencionados y prometer a la par  realizar una verdadera, real y profunda reforma educativa en México, no puede ser considerado más allá de una declaración demagógica y sin sentido.
Es evidente, estimado lector, que una de las consecuencias de promover una educación de calidad en México, sería un atentado contra el statu quo de su propio partido, de los intereses que lo respaldan  y de gran parte de la clase política de este país, incluyendo a él mismo. Seamos realistas.
¿Cómo pretenderían conservar el poder si existiera un sistema educativo capaz de formar ciudadanos de primer mundo, donde la compra y negociación del voto fueran prácticas superadas y la justicia y la ley permearan la vida diaria de todos los mexicanos? 
Y apelo a la realidad en un escenario meramente surrealista, en el cual el mismo presidente electo proviene de este árbol genealógico, política y biológicamente hablando.
Entre sus ramas, podemos encontrar políticos que han labrado su carrera al amparo, precisamente, de la corrupción, la riqueza inexplicable y de la transa, en contubernio y sociedad con el SNTE, uno de los gremios más opacos y cuestionados en los últimos tiempos. 
¿ Debemos creer ahora, estimado lector, que podará los brotes, tallos y bifurcaciones de un árbol cuyo linaje ha soportado la estructura necesaria para llevarlo al poder? Si como dice el viejo adagio“el buen juez, por su casa empieza”, deberíamos entonces pedirle al presidente electo que comience por investigarse a sí mismo, a su tío Arturo Montiel y al ex presidente del partido que lo llevó al poder, Humberto Moreira. ¿Hay algo más surrealista que esto?
En ese sentido, es razonable plantear las siguientes preguntas ¿Cortará la rama del SNTE, del sindicato de PEMEX, de Arturo Montiel, Humberto Moreira, Fidel Herrera, Javier Duarte y demás personajes impresentables por la corrupción, el tráfico de influencias, el enriquecimiento inexplicable o la franca estupidez? ¿Cuál rama cortar, si no se distinguen del tronco? 
Las respuestas convergen en una sola: Si atenta contra el árbol, No habrá sombra que lo cobije, tal cual. 
Recientemente, en el marco de su informe de gobierno, un gobernador priista afirmó que hay dos tipos de declaraciones: las reales, que se hacen entre el poder (o sea, que sólo entre ellos mismos se hablan, se entienden y se reconocen) y las políticas, que son las que anhela la prensa y conforta a los ciudadanos, diciendo lo que quieren escuchar. Son declaraciones disfrazadas de buen tono y mejor talante, pero que no necesariamente corresponden a la realidad. 
Y así parece funcionar el asunto.
El mismo Peña Nieto[i] declaró al respecto de la creación de La Comisión Nacional Anticorrupción, uno de sus primeros compromisos de campaña:
“(..)esta nueva instancia buscará que el gobierno actúe con mayor eficacia en combatir las faltas administrativas y las conductas de corrupción que lamentablemente se viven en los distintos niveles gubernamentales, especialmente en el Federal”
Esta comisión podría comenzar por informar qué ha sido de Tomás Yarrington, del góber precioso y de las cuentas de Coahuila, para comenzar a construir el capital moral que necesitará para tener la credibilidad necesaria para aplicar la ley, comenzando por los de su propia casa.
Aún hay más, estimado lector. Enrique Peña Nieto propuso además la creación de una Comisión Nacional Anticorrupción, que puede comenzar también por investigar a varios ex gobernadores priistas, incluso al propio Manlio Fabio Beltrones, quien declara que "México está harto de las peleas entre la clase política", cuando en realidad el fastidio está no en las peleas, sino en todos ellos (incluyéndolo), porque carecen de autocrítica, congruencia y pudor, en grado elemental.
Por si esto fuera poco, también debemos de creer, usted y yo, que la transformación de la SEGOB en una supersecretaría que sería utilizada para conservar el poder, chantajear enemigos políticos y traficar influencias y prebendas, no solamente se descarta, sino que nunca le pasó por la cabeza a estos (para nada) ejemplares miembros de la clase política mexicana.
El clima, entre los imponderables
Sin embargo, siguiendo la analogía, podemos pensar que ya sea que Enrique Peña Nieto quiera o no podar el árbol que lo cobija, siempre estará sujeto a las inclemencias del tiempo y a sus propios parásitos, rémoras y organismos codependientes.
Los imponderables y las contingencias, además de las pestes propias de su especie y de la erosión de un suelo que ha cambiado lo suficiente desde la última vez que el PRI asumió el poder, pueden crear la tormenta perfecta que no solamente pode el árbol, sino que lo arranque de cuajo.
Entonces, podemos concluir que podar el árbol es decisión del presidente electo, pero sin duda también de todos los mexicanos.
¿Usted qué opina, estimado lector? 

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