martes, 27 de noviembre de 2012


Las barricadas, ¿por AMLO? ¡Ridículo! Quizá por el #YoSoy132 o el SME o la mafia, imposible por AMLO

FEDERICO ARREOLA@FedericoArreolalun 26 de noviembre de 2012
En su columna, José Luis Camacho expresa lo siguiente: “Rafael Cardona dijo ayer en el noticiero de José Cárdenas una verdad tan grande como una catedral. Aseguró el autor de la sección ‘El Cristalazo’ que las barricadas en San Lázaro son simplemente una respuesta a la amenaza de violencia que presagian los mensajes en las redes de AMLO y sus partidarios”.
Quisiera preguntar lo siguiente: ¿Alguien en el ejército, con seriedad, piensa que las protestas de Andrés Manuel López Obrador representan un riesgo para la seguridad de Enrique Peña Nieto o de cualquier persona que asista a la toma de posesión presidencial el próximo primero de diciembre?
Andrés Manuel, un líder pacífico y pacifista, jamás ha dado motivos para que se le considere agresivo. En ningún momento, en muchos años de lucha social, ni Andrés ni la gente que lo sigue, que es bastante, han golpeado a nadie.
En las marchas encabezadas por el señor López Obrador, algunas de varios cientos de miles de personas, no ha habido un solo vidrio roto ni ninguno de sus seguidores ha maltratado un comercio, un coche, una jardinera.
En 2006, después de semanas de dormir en el Zócalo de la Ciudad de México y en las calles del centro de la capital, cuando miles de personas abandonaron el plantón, las avenidas Reforma, Juárez y Madero y la Plaza de la Constitución quedaron en las condiciones en que se encontraban antes de la protesta.
No, el operativo para que el cambio de poderes se dé sin violencia no es tan grande por temor a López Obrador.
La necesidad de proteger tanto al presidente de la República es una respuesta a otros movimientos políticos y a la fuerza que el crimen organizado adquirió durante el sexenio de Felipe Calderón.
Es lógico que existan razones para pensar que algún muchacho del, ya casi desaparecido, #YoSoy132 se acelere y provoque problemas. Los integrantes de este movimiento ya probaron, durante la campaña electoral, que actúan con tanta pasión que no miden el peligro. Varias veces agredieron a Peña Nieto. Si no pasó nada, se debió a la prudencia de los acompañantes del priista.
Pero en un evento tan grande como la toma de posesión presidencial, tan vigilado, con tantos invitados internacionales de primer nivel (el príncipe de España, el vicepresidente de Estados Unidos, otros gobernantes), alguien podría interpretar equivocadamente la excitación de los muchachos del #YoSoy132 y lastimarlos. Es bueno impedirles que se acerquen. Por la propia seguridad de los jóvenes.
Otro movimiento político que podría actuar con imprudencia es el del SME. Sus integrantes, a diferencia de los seguidores de López Obrador, no saben conservar la calma. Sobra evidencia de ello.
Se trata de gente ruda, que además se siente lastimada por la desaparición de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Son personas, si no capaces de enfrentarse a los militares, sí de provocarlos hasta lograr que algún soldado se desespere y lance el primer golpe. Solo por esto, y por la propia seguridad de los manifestantes, vale la pena mantenerlos, con las barricadas, lejos del evento de Peña Nieto.
Y bueno, como el primero de diciembre no solo se estrenará el gobierno de Peña Nieto, sino que se despedirá el de Felipe Calderón, se justifican todas las precauciones. Vaya si se justifican.
Calderón, por irresponsable, provocó una guerra que, 60 mil muertos después, no ha podido ser ganada. Una guerra en la que, si bien han caído innumerables capos de la mafia, todos han sido eficazmente sustituidos por criminales más sofisticados, más sanguinarios, más decididos a lo que sea.
Está bien que las fuerzas armadas mexicanas cuiden que se desarrolle con tranquilidad el primer evento de Peña Nieto. Pero, por favor, que no se culpe a López Obrador. No es justo insistir en etiquetar como violento a un hombre bueno –terco si se quiere, pero bueno indudablemente–que insiste en lograr los cambios políticos actuando pacíficamente.
Y, ni hablar, si no es mucho pedir, ojalá los militares trabajen un poco más, coordinándose con las autoridades del Distrito Federal, buscando la forma de molestar mucho menos a la población de la capital mexicana. Porque, sin duda, ya la están molestado bastante.

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