La comedia de Los Chuchos: ¿Son o se hacen?
Los famosos Chuchos, tan cercanos ayer a Calderón y tan encariñados hoy con Peña Nieto, los beneficiarios de los más de treinta millones de votos obtenidos por López Obrador en los dos últimos procesos electorales, quienes firmaron el Pacto por México sabiendo que lo hacían con el PRI, con Peña Nieto y en pro del proyecto “neoliberal” de Carlos Salinas, ahora, cuando la adversidad pareciera asomarse, se quejan. Se quejan y se indignan al grado de las ironías sin gracia de Zambrano, los reclamos somnolientos de Barbosa y las bravuconerías campiranas de un tal Aureoles.
Los Chuchos declaran estar contra la privatización de Pemex (la cual sus promotores comienzan a llamar “inversión privada” o “modernización necesaria”). Contra la pretensión de elevar el IVA al 19% -como recomendara no hace mucho a Peña Nieto, en su calidad de secretario general de la OCDE, el priista ex secretario de hacienda y de relaciones exteriores, José Ángel Gurría (Milenio, 07-11-12)-. Y ahora, aparentemente sacudidos, se manifiestan contra la sanción que pretende imponer el IFE a los partidos de la coalición que tuviera como candidato a López Obrador, por el rebase de los topes de campaña (comedia aparentemente cantinflesca del IFE, en la cual, como bien señala Beatriz Gutiérrez Müller, "El que lleva a la barandilla al facineroso acabará pagando lo que acusaba del otro" (SDPNoticias.com, 29-01-13).
Qué farsa, qué comedia, qué mal montaje el de Los Chuchos. La experiencia reciente y la realidad vigente, señala que podrán suceder estos y otros eventos, y hablarán ellos demagógicamente contra Peña Nieto, como ayer contra Calderón, pero a final de cuentas, están felices con la posición que les corresponde en el tablero oficial. Podrán subir el IVA, privatizar Pemex, dejar intacto al IFAI, multarlos, etc., con los beneficios inmediatos de que gozan, se sienten a sus anchas; qué importa unos cuantos millones.
No existe más en el burocratizado partido de la “revolución democrática” eso que suele llamase izquierda. Hoy, Los Chuchos consuman y asumen ejemplarmente el maridaje PRI-PRD (como ayer con el PAN). El nombramiento de Cárdenas Batel como embajador de Peña en Cuba, el mejor ejemplo de una “chuchada”. Pero quizá sea algo más significativo. Como bien señalara Julio Hernández en su astillero del 29 de enero, semejante guiño diplomático simboliza “una virtual rendición histórica” del cardenismo rupturista de los 80 y a la vez, una legitimación no solo de Peña, también de Salinas de Gortari (Cuauhtémoc, como variante Chucho, está habituado de todas maneras a las legitimaciones presidenciales: Fox, Calderón y Peña).
La junta en vía de hechos PRD-PRI, descalifica cualquier queja chucha. No pueden argumentar ingenuidad ni inocencia. Así que señores Zambrano, Barbosa y Aureoles (¿son o se hacen?), a otro perro con esos ladridos deplorables cuando al mismo tiempo van de la mano con el objeto causante de sus lágrimas de cocodrilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario