domingo, 27 de enero de 2013


Pablo Gómez: Caso Cassez: dos verdades y una impunidad

En el caso Florence Cassez no hay verdad legal o, mejor dicho, hay dos verdades cuyas consecuencias son contradictorias. Por una parte, los tribunales declararon culpable a la influyente ciudadana francesa; por la otra, el tribunal constitucional anuló la sentencia. ¿Es o no culpable desde el punto de vista de la justicia? ¿Cometió el delito de secuestro? No lo sabemos de cierto.
Pero, mientras Cassez regresa a casa, el Estado mexicano tampoco hace nada contra quienes, según la Suprema Corte de Justicia, violaron los derechos de la detenida, procesada, juzgada, sentenciada y liberada. Es evidente que un policía que detiene a una persona y la presenta al día siguiente ante la prensa como si la estuviera deteniendo en flagrancia en el lugar donde se encontraban varias víctimas de secuestro, lo que hace es presentarla como culpable sin duda y, de tal manera, corrompe el proceso penal posterior. Pero la pregunta de si Cassez era parte de la banda los Zodiacos o sólo la novia del jefe sigue en el aire pues, según los tribunales ordinarios, era una secuestradora, pero convertida, según la sala penal de la Corte, en una víctima de la policía, lo que de seguro fue, pues las evidencias están a la vista de cualquiera.
En fin, la justicia se hizo imposible y quienes la llevaron hacia allá siguen en la más completa impunidad. La solidaridad institucional llega al extremo de que el policía da con los secuestradores pero lo hace tan de fea forma y con propósitos ajenos por completo al cumplimiento del deber que beneficia a la detenida, procesada, juzgada y sentenciada. ¿Dónde está García Luna? Seguramente en su casa leyendo las noticias, es decir, las consecuencias de un acto propio cuyo propósito era hacerse publicidad. ¿Qué clase de jefe de policía era ese? Por lo visto, García Luna seguirá en su casa, tan contento como siempre, porque nadie se va a atrever a incoar siquiera un juicio político, del que es sujeto todavía, cuya consecuencia sería la inhabilitación para desempeñar cargos públicos.
Como Cassez no fue aprehendida en flagrancia y la presentaron como si lo hubiera sido, la Corte le da la libertad. Hay miles de procesados y sentenciados que se encuentran en la misma situación. Ah, pero no son Cassez, no tienen el apoyo del gobierno de Francia o de cualquier otro país más o menos importante. La Corte no admite recurso en los casos de sentencias dictadas que no le corresponden en la vía de amparo ni admite temas de constitucionalidad cuando en realidad son de legalidad (todo asunto puede ser presentado como de orden constitucional y otra cosa es que la Corte lo admita), pero a Cassez la han tratado como una persona completamente diferente a las demás.
Por su lado, el presidente de Francia hizo el mismo triste papel de su antecesor al celebrar la liberación de su compatriota como si fuera su abogado defensor. El gobierno francés –el anterior y el actual—vergonzosamente asumió como política la defensa de una persona juzgada por secuestro solo por ser ciudadana francesa, convirtiendo así un caso penal ordinario en una cuestión de patriotismo.
La Sala Penal de la Suprema Corte debió haber llevado el asunto al pleno, pues la ponencia fue rechazada por cuatro votos contra uno. Pero se resucitó otra ponencia que había sido rechazada anteriormente y se la sacaron de la ancha manga de las togas para conceder un amparo. Así, tres votos contra dos fue el resultado final, con lo cual, en realidad, se volvió a votar un proyecto antes rechazado sólo gracias a que la composición de la Sala había cambiado. Esto no parece ser muy pulcro habiendo el trámite de enviar el asunto al Tribunal Pleno.
Todo este enredo habrá de ser estudiado con mucho detalle en un futuro quizá no tan lejano. Desde lo que hizo García Luna, la forma en que el Ministerio Público admitió todo, el proceso penal, el amparo, el postamparo aceptado por la Corte y, por último, el rechazo sucesivo de los proyectos para llegar a la conclusión de que los derechos humanos deben respetarse en el sonado caso de una ciudadana francesa que fue defendida por su gobierno como si se tratara de Juana de Arco.

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