Dado el hueco financiero claramente creado por los privilegios fiscales a los “grandes” contribuyentes, aunado a la crisis económica y el gasto ineficiente del gasto público, sin transparencia, el gobierno federal de facto ha decretado la reducción de presupuesto a elementos que desempeñan papeles muy importantes en la creación de una sociedad con oportunidades de desarrollo.
Se le recortan presupuestos a las universidades públicas, creadoras de la fuerza laboral y creativa del país, agentes que vinculan la academia con el sector industrial y la sociedad en la que se desenvuelven.
También se le recorta el presupuesto a los programas sociales, tendientes a disminuir las desigualdades y promover desarrollo entre las comunidades azotadas por la pobreza, aunque en los hechos, estos programas sirvan como mercancía clientelar y dote de los privilegiados del feudo en cuestión. Y nadie menciona la cultura, ese sector considerado por el gobierno como ocioso e inservible, pero que redunda en una cohesión social y en una racionalidad que mucho nos hace falta en estos tiempos de explosividad social.
Pero hay un único rubro, aquel que los dioses han señalado como el único merecedor de un mayor presupuesto; el de la seguridad pública. Ahí irán a parar más recursos, el presupuesto más alto de la historia para echarles una manita a los funcionarios más ineficientes de la historia en este ámbito. ¿Y para qué? Para alimentar la campaña mediática, que es la única estrategia clara y contundente con la que cuenta la Secretaría de Seguridad Pública a cargo del señor García Luna, señalado por muchos como cómplice de mafiosos y operador del espionaje pre-electoral para Calderón en ese año fatídico en que la democracia quedó de manifiesto una vez más como una faramalla para vender la legalidad como una mercancía de segunda mano.
En la Cámara de Diputados, se tuvo la comparecencia de dicho personaje, que fue criticado y cuestionado, al punto en el que tres bancadas se levantaron para pedirle que se retirara del salón de sesiones.
Los “éxitos” señalados por los diputados: sólo se condenan 1.5 por ciento de los 12 millones de delitos que se cometen en el año, seis de cada 10 hogares ya no permiten que sus hijos salgan a la calle y la mitad de los mexicanos ya no salimos en la noche, 80 por ciento de las personas aprehendidas en los últimos tres años se encuentran ahora en libertad, el último año se incrementaron en 65 por ciento las ejecuciones (cinco mil personas sólo este año), en los últimos seis años creció más de 50 por ciento el número de personas adictas a drogas ilegales, México se convirtió en el país más peligroso del mundo para los reporteros y también nos convertimos en los primeros en secuestro y extorsión telefónica.
¿Y las consecuencias? Más de 395 presos políticos y de conciencia, más de doce mil muertes violentas a cuenta de la lucha contra el crimen organizado y más de mil 900 quejas en la CNDH por violaciones a derechos humanos, mil de ellas en contra de la Sedena.
Esto resalta en el tema de la inseguridad aunque los funcionarios ni Calderón ni García Luna quieran informar con veracidad de sus resultados. Una campaña mediática, por muchas horas aire que ocupen, por mucha producción que requiera y a pesar del ingenio de sus guionistas, no puede ocultar lo que vivimos día a día los ciudadanos en las calles del país.
Resulta fácil el tema de seguridad para alguien como García Luna que viaja en convoy, con agentes armados. Para alguien como Felipe Calderón que pone un cerco militar diez cuadras alrededor de donde va a estar presente. Para ex presidentes como Salinas de Gortari, a quienes les son asignados elementos del Estado Mayor presidencial para resguardarlos. Todo esto sale del bolsillo de los contribuyentes, pero no de los “grandes” contribuyentes, pues a estos se les perdonan muchos impuestos.
Se multiplica el presupuesto para el rubro, mientras que la noción de seguridad es una utopía para la mayoría de los mexicanos y en esto, en esto sí están ocupando el gasto público. El aumento de IVA no será para programas sociales ni creación de empleo, pues Calderón no ha cambiado la fórmula.
Para pedir más impuestos, sería justo que también presentaran una nueva estrategia. De otra manera, sólo significa seguir aceitando una máquina destructora del tejido social, aumentar el descontento a unos cuantos meses de la conmemoración de nuestras luchas emancipadoras. Suerte con eso…
“Podríamos decir que el señor García Luna ha ‘guanajuatizado’ a México, porque en México, en el territorio nacional ‘la vida no vale nada’”. Jaime Cárdenas en la comparecencia de García Luna, 24 de septiembre de 2009.
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