Guatemala no quiere perder gobernabilidad y seguridad en su frontera norte. Desde el domingo pasado decretó el estado de sitio, durante 30 días, en el departamento fronterizo con México de Alta Verapaz, considerado bastión del cártel de Los Zetas. Desde entonces se han realizado detenciones de presuntos narcotraficantes, así como decomisos de armas y droga.
La medida es una acción un tanto tardía que responde al descontrol que campea en esa zona limítrofe que ha permitido que las mafias mexicanas controlen ambos lados de la frontera, sin que haya autoridad alguna que les haga frente.
Baste recordar el cable 245360 generado por WikiLeaks, en el que John Feeley, encargado de Negocios de la embajada de Estados Unidos en México advertía a su gobierno que la frontera entre México y Guatemala es tan "dramáticamente porosa", que por ella trafican armas, municiones, personas y drogas. Reportaba en ese mensaje que las autoridades aduanales de ambos países carecen de infraestructura tecnológica y de personal para regular el cruce legal, por lo que facilita la entrada al país de criminales o terroristas.
En el mismo tenor, el Instituto Woodrow Wilson dio a conocer que el desorden en la línea fronteriza ha permitido que el cártel mexicano de Los Zetas se haya infiltrado en el vecino país, hasta tener presencia en el 75% del territorio, lo que le sirve como trampolín para traer droga de Panamá y Honduras.
Si la acción guatemalteca es tardía, la mexicana resulta imperceptible. En muchas ocasiones se ha hablado de regular nuestra frontera sur, poner orden, regular los intercambios comerciales y evitar los cruces ilegales, tanto de mercancías y drogas, como de personas. Poco se ha avanzado. Por ahí se cuelan delincuentes mexicanos, que son los pescadores que ganan con el río revuelto del desgobierno fronterizo.
Las acciones militares ordenadas por el presidente Álvaro Colom, si bien son efectivas en el corto plazo, resultan insostenibles por mucho tiempo. No se pueden cancelar derechos y garantías de la población por más de un mes, en tiempos considerados de paz. Se requiere entonces de un trabajo conjunto de cooperación entre México y Guatemala, de largo aliento y de fondo, para poner orden ahí, de una vez por todas. Sin dilaciones ni pretextos.
México tiene una lucha particular contra los cárteles de narcotraficantes y mucho ayudaría que se puedan ir cerrando los pasos fáciles de estupefacientes hacia y desde Centroamérica. Tal punto es estratégico en el continente para el trasiego de droga y de la seguridad nacional.
No es deseable llegar en nuestro territorio a los extremos de cancelar libertades, por culpa de desidias y negligencias para tomarse en serio la frontera sur. Hay que actuar ya.
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