viernes, 3 de junio de 2011

TRASCENDIO

Que las críticas del secretario del Trabajo, Javier Lozano, al desempeño de los legisladores calaron hondo entre las fracciones opositoras en la Cámara de Diputados, pero todavía más les irritó el repaso que el funcionario dio a la priista Marcela Guerra en el espacio radiofónico de Joaquín López-Dóriga, en el que el funcionario apostó el cargo a que tiene razón… y ella se replegó.

Lo menos que ahora piden priistas y perredistas es la renuncia del poblano, aunque no falta quien amaga con promoverle un juicio político, como si alguna vez hubiera procedido un recurso de esa naturaleza.

Que en la oficina de Andrés Manuel López Obrador hubo esta semana pasarela de candidatos al GDF en busca de su bendición.

Primero fue la presidenta de la Comisión de Gobierno de la ALDF, Alejandra Barrales, la que estuvo el lunes en las calles de Córdoba y San Luis.

El miércoles asistieron, casi a la misma hora, el secretario de Educación del gobierno capitalino, Mario Delgado, y el senador por el Partido del Trabajo Ricardo Monreal, quien también aspira a la postulación.

Que el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, prosigue con sus actividades proselitistas al tiempo que asegura estar ciento por ciento dedicado a su encargo federal.

Anoche se reunió en un restaurante de la colonia Juárez con unos cien liderazgos panistas del DF, adonde llegó acompañado de Manuel Minjares, firmante y promotor de la famosa carta de apoyo blanquiazul a la candidatura presidencial del funcionario.

¿No que no anda ya en el 2012?

Que el panista Luis Felipe Bravo Mena rentó por primera vez un helicóptero “por cuestiones de agenda”, aunque no puede soslayarse el factor seguridad.

El candidato al gobierno del Estado de México llegó con chaleco antibalas bajo la camisa a la plaza de Tejupilco para encabezar su mitin.

Y es que en ese municipio, que colinda con Guerrero, cunde el crimen organizado.

Que quien no tomó precauciones fue Santiago Creel, quien llegó al volante desde Oaxaca y sin dispositivo de seguridad.

Quizá no conocía algo más de las características del municipio, ya que por más que lo intentó, al iniciar su discurso no pudo pronunciar el nombre de Tejupilco. Los habitantes se cansaron de gritarle el nombre correcto

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