martes, 23 de agosto de 2011

Astillero-- ¡Alivio: no fue contra la gente!-- Paliativos infames-- Combates categóricos-- Piloto de Aeroméxico-- Julio Hernández López


Si alguien esperaba que el caso del estadio lagunero entrado en pánico fuera tratado políticamente con algo distinto a los pies, ha de reconocer que quedó en fuera de lugar. No hubo sobriedad ni respeto de parte de autoridades y políticos declarantes, ni siquiera por la atención internacional que concitó el insólito caso de un partido suspendido no por el sonar de un silbato, sino por ráfagas de armas de fuego, y de la entrenada reacción colectiva del equipo de aficionados que rápidamente asumió sus posiciones de defensa ante el ataque imprevisto.

De la balacera exterior y distante –según las primeras precisiones oficiales, a cargo de los órganos policiacos del estado gobernado por los Moreira– se hubo de pasar a la aceptación de que ciertas balas perdidas habrían afectado algunas partes de las afueras del inmueble deportivo, hasta reconocer que también hubo disparos que llegaron a áreas ya no tan colocadas a la intemperie, sino más bien internas. A esa desmoronada evidencia pública de pretender etiquetar lo sucedido como externo se añadió el titubeo local para explicar el motivo del incidente, aferrándose en un principio a la versión de que unas camionetas habían desatendido el alto que debían hacer ante un retén, lo que habría generado persecución e intercambio de metralla.

Anoche, sin embargo, un subsecretario de Gobernación, Juan Marcos Gutiérrez González (cuyo mayor mérito para estar en el cargo es formar parte del equipo bajacaliforniano de José Francisco Blake), se voló la barda aunque el asunto no es beisbolero: lo más importante de su argumentación ante medios consistió en disolver la posibilidad de que lo sucedido en el Territorio Santos Modelo fuese entendido como terrorismo. Rápidamente hizo suspirar de alivio a los millones de mexicanos al precisar que la balacera famosa no tenía como objetivo a los aficionados y al juego en curso, sino... al jefe de la policía municipal de Torreón, Adelaido Flores Díaz (quien ya había precisado, en entrevista telefónica, http://youtu.be/H1zV5 Du9TFQ que la agresión no había sido en su contra: ¿No era algo en contra de usted?, le preguntó el entrevistador de MVS Noticias, Luis Cárdenas, y el teniente Flores respondió No. Bueno, nosotros nos damos cuenta de que es fortuito, porque no, este, definitivamente no hay nada de, como tal, que veamos que lo tenían premeditado).

Pero luego de revelar que el ataque había sido contra ese mando, el subsecretario enfatizó que no fue, como se pensó, un ataque a la población. Gutiérrez no desaprovechó la oportunidad para el golpeteo partidista, al decir que estas concentraciones de personas merecen que nos preguntemos si los organizadores y las autoridades locales están al día en sus protocolos de protección civil para conducir adecuadamente este tipo de reacciones, pues la presencia de la autoridad federal es subsidiaria: es de apoyo a...

El comandante Calderón, por su parte, y aprovechando una firma de documentos relacionados con la visita de la presidenta de Costa Rica, emitió un mensaje a los medios para condenar lo sucedido en Torreón, pero también en Morelia, donde un asalto a una joyería en un centro comercial generó también pánico. Destaca un párrafo de resonancias graves por cuanto dibuja a un personaje que no actúa en razón de leyes, sino de eficacia represiva, que actúa en función de criterios bélicos que justifican el exterminio del enemigo: Estos hechos nos recuerdan una y otra vez que los criminales son los enemigos del país. Los criminales son los enemigos de nuestras leyes. Son los enemigos de la tranquila convivencia de las familias mexicanas. Son los enemigos de nuestras instituciones y, precisamente por eso, debemos combatirlos categóricamente.

Categóricamente trata Humberto Moreira de darle la vuelta a la puntual acusación de haber endeudado de manera obscena a Coahuila. Ayer pretendió canjear mediáticamente el tema de los créditos extremos por el de las decenas de miles de muertes por la guerra felipista. Y se declaró víctima de una campaña panista que pretende botarlo de la presidencia nacional del PRI, lo cual es cierto, pero no atenúa ni extingue la obligación que tiene de responder por esa forma de hipotecar el futuro de generaciones de coahuilenses y, además, de enfrentar las fundadas acusaciones de que mediante un colaborador cercano, presumiblemente habilitado como prestanombres, hizo que parte de esos ríos de dinero público fuera a parar a cuentas particulares.

Astillas

Ayer se daba cuenta aquí del recado de un confiable pajarito trasatlántico sobre la detención en España de un piloto de la principal línea mexicana de aviación, con 40 kilos de droga. Horas después se confirmaba el hecho, pues un primer oficial de Aeroméxico, que iba en funciones de copiloto de un vuelo de Aeroméxico a Madrid, fue apresado (los primeros reportes hablaban de 38 o de 42 kilogramos de polvo que al parecer era cocaína). La detención sucedió el pasado 19 y al parecer no había prisa ni en la policía española ni en las instancias diplomáticas mexicanas por hablar del asunto en tanto no fuera quedando claro lo más preocupante, que es lo también citado ayer al final de esta columna: según lo poco que se ha filtrado, el piloto asegura que él y su familia fueron amenazados de muerte si no transportaba el encargo a Madrid. Los investigadores hispanos creen tener pistas de que algunos tripulantes de líneas aéreas mexicanas han sido convertidos, por el simple mecanismo del dinero o mediante amenazas graves, en operadores del narcotráfico. El 9 de diciembre de 2010 ya habían sido detenidos en el aeropuerto de Madrid tres sobrecargos de Aeroméxico que en sus maletas llevaban 140 kilos de cocaína (http://j.mp/fOpTw4). Tales sobrecargos viajaban con boleto pagado por sí mismos y no formaban parte de la tripulación, pero esta vez se trata de un copiloto que en su equipaje de trabajo llevaba la droga... Y, mientras Ebrard termina de maquillarse como candidato no partidista, ¡Hasta mañana!

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