Federico Mancera, miembro del Centro de Investigaciones sobre la Sequía, del Instituto de Ecología AC, explicó ayer que el problema de la falta de agua en Chihuahua no es consecuencia de un determinismo geográfico ni de la sequía atípica que asuela al estado; tampoco es un desastre natural que se ensaña contra el ser humano. El problema, dijo, es resultado de los MODELOS DEPREDADORES de explotación maderera en la sierra Tarahumara y de producción agrícola que por décadas se han practicado.
En pocas palabras, no hemos sido lo suficientemente responsables para prever que la tala inmoderada de árboles y la sustracción de agua de los mantos friáticos produciría una situación alarmante.
Así que el programa emergente que acaba de autorizar el gobierno federal sólo será un paliativo que NO resolverá el problema de fondo, que Federico Mancera calificó de socio-natural porque ha sido provocado por el hombre.
Esta situación revela la necesidad de que las personas que tienen en sus manos las decisiones importantes del país, cuenten con un mínimo de sensibilidad y sentido común.
Devorarse los recursos naturales sin pensar en las futuras generaciones ha sido el pecado que han cometido nuestros gobernantes, además de la corrupción y la impunidad que también nos tienen secos.
Me pregunto, en caso de que empezáramos hoy mismo a reforestar las zonas devastadas, ¿cuántos años tendrían que pasar para recuperar las lluvias y los campos friáticos?
¿40, 50, 70?...
¡70 años de PRI!
Y si no empezamos, ¿qué va a suceder?
Por eso ayer expresé en mi columna que los gobernantes del PRI y del PAN tendrían que ofrecer una disculpa antes de prometer lo que no cumplieron, y por haber antepuesto su AMBICIÓN al bienestar del pueblo y del país.
Lo más humano que podemos esperar es que llegue al poder en este año electoral un gobierno honesto, sensible y comprometido con las futuras generaciones. Desde luego que el cambio que estamos necesitando tampoco resolverá los problemas de inmediato pero al menos estará sembrando un futuro mejor. Nos toca, como sociedad, reflexionar y participar activamente en las próximas elecciones porque de nuestra acción inteligente dependerá poner un HASTA AQUÍ a la devastación, al desmantelamiento y a la descomposición social que, igual que la reforestación, necesitarán muchos años para sanar.
Ya basta de políticos y funcionarios en Davos ofreciendo las perlas de la virgen a las empresas trasnacionales, que son verdaderos buitres disfrazados de hermanas de la caridad.
Los mejores consultores son los ancianos sabios de nuestros pueblos, que conocen perfectamente el ciclo de la vida y el alto precio de no respetar la naturaleza, fuente de la riqueza material y espiritual que alimenta a los seres humanos.
Quienes han reclamado por años sus tierras no lo han hecho con un sentido monetario, de ninguna manera, lo han hecho porque saben cuidarla y sacar de ella lo mínimo indispensable para vivir.
Es cierto que nos hace mucha falta invertir en ciencia y tecnología para planear sistemas de producción menos destructivos pero mientras eso ocurre contamos, afortunadamente, con la sabiduría de los hombres que aman y cuidan el campo mexicano.
Vamos a salvar a México como se pueda, con lo que se pueda y hasta donde se pueda.
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