Al caño se fue el maravilloso futuro que apenas meses atrás pronosticaban las instituciones financieras (supuestamente) multilaterales: el Fondo Monetario Internacional advierte que las condiciones se han deteriorado, las perspectivas de crecimiento se han ensombrecido y los riesgos a la baja se han intensificado, mientras que el Banco Mundial deja de sonreír para encender los focos rojos (la economía mundial ha entrado en un periodo peligroso). El ambiente es delicado, pero el único feliz –dado su elevado grado de inconsciencia o de cinismo, que para el efecto es lo mismo– en estas agitadísimas aguas nacionales e internacionales es el inquilino de Los Pinos, quien poco antes de partir rumbo a Davos, Suiza, declaró, fresco como lechuga, que México va en el camino correcto en materia económica y generación de empleo, lo cual es fácilmente comprobable.
Felipe Calderón agarró el avión para asistir al Foro Económico Mundial, donde el análisis central gira, precisamente, en torno a la profunda crisis capitalista y lo mal que los gobiernos han hecho las cosas, es decir, exactamente lo contrario a la tesis del inquilino de Los Pinos. El planeta en crisis, el sistema a punto de reventar, pero el amigo de Ernesto Zedillo –con quien volverá a compartir el pan, la sal y el tema del Fobaproa en la ciudad alpina– insiste en que todo funciona de maravilla en esta República de discursos, no obstante que hasta las cifras oficiales documentan exactamente lo contrario.
Mientras Felipe Calderón goza de los autoelogios, en otras partes ven las cosas con más realismo, como en el caso del Banco Mundial, cuyo reciente análisis sobre la perspectiva económica mundial ni de lejos coincide con la alegre declaración del susodicho. De tal estudio se toman las siguientes pinceladas: parte de la tormenta financiera que afecta a Europa se ha propagado a los países en desarrollo (México entre ellos) y a otras naciones de ingreso alto, los cuales anteriormente no habían sido perjudicados. Este contagio ha aumentado los costos de los préstamos en muchas partes del mundo y ha hecho bajar los mercados de valores mientras que los flujos de capital a los países en desarrollo han caído bruscamente. Al parecer Europa está empezando a ser impactada por una recesión. Al mismo tiempo, el crecimiento de varias de las economías emergentes (Brasil, India y, en menor medida, Rusia, Sudáfrica y Turquía) se ha ralentizado significativamente en comparación con el inicio del periodo de recuperación. Esto se debe principalmente a las políticas de ajuste que estos países comenzaron a aplicar a finales de 2010 y a comienzos de 2011 para mitigar el aumento de las presiones inflacionarias. Como resultado, a pesar del fortalecimiento de la actividad en Estados Unidos y Japón, el crecimiento y el comercio mundial se han desacelerado drásticamente.
Para el citado organismo la crisis europea y la desaceleración de los países en desarrollo podrían reforzarse mutuamente más de lo anticipado, produciendo resultados inclusive mucho menos favorables y complicando aún más los esfuerzos para recuperar la confianza en los mercados. Mientras, tanto los desafíos de mediano plazo que representan el elevado endeudamiento y el lento ritmo de crecimiento en otros países de ingreso alto no han sido resueltos y podrían desencadenar repentinos impactos adversos. Otros riesgos adicionales para las perspectivas incluyen la posibilidad de que las tensiones políticas en Medio Oriente y el norte de África interrumpan el suministro de petróleo y la probabilidad de un aterrizaje de emergencia en uno o más de los principales países de ingreso mediano.
Si la sacudida se expande y los mercados se niegan a entregar financiamiento a varias otras economías europeas, los resultados podrían ser mucho peores. Ante una crisis de gran magnitud, el deterioro de la economía podría durar más que el de la crisis de 2008-2009, debido a que los países de ingreso alto ya no tienen los recursos fiscales o monetarios necesarios para rescatar a la banca o estimular la demanda interna como lo hicieron entonces. Si bien las naciones en desarrollo todavía cuentan con algún espacio para maniobrar en el frente monetario, las circunstancias podrían obligarlos a un recorte del gasto pro cíclico, especialmente si se agota el financiamiento para cubrir el déficit fiscal.
En las naciones en desarrollo, el contagio ha sido generalizado. Quizás lo más importante es que los flujos de capital hacia esas economías se frenaron abruptamente a causa de un retiro masivo de fondos en la segunda mitad de 2011. En concreto, los flujos brutos de capitales hacia las naciones en desarrollo cayeron a 170 mil millones de dólares, es decir, 45 por ciento menos que en el mismo periodo en 2010. La baja en los créditos bancarios sindicados fue mucho menos marcada, ya que, en general, esta actividad aún no se recupera de la crisis de 2008-09.
El Banco Mundial advierte que los países en desarrollo reportan una situación más vulnerable que en 2008, y anota que cualquiera que sea el resultado real en la economía mundial en 2012 y 2013, diversos factores se distinguen claramente. En primer lugar, el crecimiento de los países de ingreso alto será débil a medida que luchan para modificar su deteriorado sector financiero y equilibrio fiscal. Los países en desarrollo, por su parte, tendrán que buscar el crecimiento en el mundo en desarrollo, una transición que ya ha comenzado pero que seguramente traerá consigo sus propios desafíos.
Si la situación de los países de ingreso alto empeorara y hubiera una segunda crisis mundial, los países en desarrollo tendrán que operar con menos capital, menos oportunidades comerciales y menos apoyo financiero para las actividades públicas y privadas. En este escenario, las perspectivas y tasas de crecimiento que parecieron relativamente fáciles de conseguir en la primera década de este milenio podrían ser mucho más difíciles de alcanzar en la segunda década.
Entonces, el panorama resulta bastante oscuro, pero algunos inconscientes aseguran que vamos por el camino correcto.
Las rebanadas del pastel
Justo seis años atrás, el candidato Felipe Calderón a los mexicanos prometió: aunque me satanicen, me critiquen y hagan escarnio, propongo reducir el precio de los energéticos, el gas natural y las gasolinas. Yo no sólo lo afirmo, sino que digo cómo se le va a hacer, con participación de la iniciativa privada en el proceso de refinación, en la exploración de gas y en la venta y generación de electricidad. Pues bien, ya como inquilino de Los Pinos le cumplió al capital, pero ha pasado a cuchillo a la prole con los constantes aumentos en todo lo que ofreció reducir. Ante todo, congruencia.
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