lunes, 19 de noviembre de 2012


Con el regreso del PRI, a cuidar las carteras

HÉCTOR PALACIO@NietzscheAristolun 19 de noviembre de 2012
A punto de convertirse en célebre esa frase de no juntarse con los del PRI a riesgo de perder hasta la cartera. La ha repetido una y otra vez López Obrador cuando se le pregunta su opinión sobre el hecho de que políticos de la supuesta izquierda –Mancera, Núñez, Ramírez, etc.-, se reúnan con Peña Nieto.
No es gratuita la mala fama de los priistas. Bien ganada la tienen a lo ancho del país y aun con amplio reconocimiento internacional. Su historial de atraco y robo al erario público es legendario. Es decir, López Obrador no está en realidad señalando nada novedoso.
Para contrarrestar esa celebridad de rateros profesionales, Peña Nieto ha estado propiamente jugando con una propuesta para combatir, ahora sí, la corrupción. Mas no es tan simple. Pablo Gómez, amplio conocedor del tema, esboza en su columna “Anticorrupción: decepción y lástima” (Milenio, 16-11-12), el intríngulis del juego:
“El proyecto de Peña Nieto sobre la corrupción ha sido modificado. En el borrador original se proponía una comisión con capacidad de acción penal, es decir, atribuciones de Ministerio Público. En el proyecto presentado en el Senado se trata sólo de un organismo semejante a la Secretaría de la Función Pública: ‘investigar y sancionar, en la vía administrativa, los actos de corrupción cometidos por los servidores públicos de la Federación, y en vía de atracción, de Estados y Municipios, así como por cualquier persona física o moral involucrada en tales actos o que resulte beneficiada por los mismos’.”.
Es decir, se pretende “refritear” lo que ya existe sin resultados importantes. El “ruido” de Peña se reduce a mera publicidad, demagogia y, en realidad, burla. Sobre todo si se observa lo que añade Gómez, “el Senado aprobó en la pasada legislatura un proyecto para crear una fiscalía anticorrupción con plena capacidad de acción penal, a partir de una iniciativa presentada por Ricardo García Cervantes.
“Existe una inmensa diferencia entre ambos proyectos, pues las sanciones administrativas ya están previstas a nivel federal y estatal. Lo que se necesita ahora es un fiscal que persiga los delitos de corrupción de servidores públicos y particulares.”.
Pero es entendible que el priista no desee llevar a fondo su propuesta. Sería como traicionarse, morderse la lengua, darse un tiro en el pie, como se dice. El referente inmediato del ex gobernador mexiquense es otro ex gobernador mexiquense, Arturo Montiel, bien conocido por convivir junto a “las ratas” que nunca pudo, supo, quiso, combatir; ambos entienden y comparten la complicidad más íntima y rancia del PRI tradicional, sin cirugía ni botox para fantasear con nuevos rostros.
No obstante, en descargo de Peña y el PRI, citaré aquí 3 casos de ciudadanos del Distrito Federal contentos con la vuelta de dicho partido al ejecutivo a pesar de que en la ciudad de México ha sido aparentemente borrado desde hace 15 años.
Una lógica definitiva existe tras los consecutivos triunfos del PRD: Que pese a todo, bajo el PRD, la ciudad ha vivido su mejor época en términos históricos y por ello el ciudadano ha desterrado al PRI y al PAN. Esto lo confirma la arrolladora elección pasada, tanto en la jefatura de gobierno como en las delegaciones y la Asamblea de Representantes.
Y si bien el elector confirma la lógica, ésta pareciera en ocasiones desfondarse cuando se repara en los detalles y se perciben ciertas variantes sobre el futuro de la ciudad.
1. Un policía de la calle Madero. En una esquina de esta concurridísima vía ahora peatonal, hago confianza con uno de sus policías. Cuando le digo que parece que las cosas van mejor desde hace 15 años, me responde. “¡No!, qué va a estar mejor. Antes, el PRI robaba, pero daba chance a todos. Ahora, cuando gobierna el PAN, solo roban los panistas. Si es el PRD, como aquí, solo roban ellos. A los demás se los quieren chingar”.
2. Un cantinero de la Plaza de Santo Domingo. “Mire, antes de que estuvieran estos hijos de su pinche madre, todo estaba bien, era un desmadre la calle, pero aquí paraban todos, los ambulantes, los taxistas, los automovilistas y la gente de todos lados. Desde que arreglaron la calle y la plaza, las pusieron bonitas y sacaron a los ambulantes, ya ni las moscas se asoman por aquí; pero ya verán ahora que esos güeyes regresan”.
3. Un taxista. “Todo se explica fácil joven. Cuando estaba el PRI todos robaban. Digo, ellos robaban harto, pero a cual más le tocaba alguito. Ahora que regresa con Peña, la cosa se va a poner otra vez suave”.
No sorprende entonces que la propuesta anti corrupción de Peña se ubique en el mero plano demagógico. Tampoco que  López Obrador advierta sobre el cuidado que ameritan las menguadas carteras. 

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